CUNCA 2024 R1 E9
ÓSCAR PÉREZ
MARÍA ELEJOSTE
Los dos participantes señalados arriba tendrán que publicar en el espacio reservado a los comentarios de esta entrada del blog, un relato INÉDITO de un máximo de 105 palabras (sin contar el título) antes de las 20 horas (hora peninsular) del JUEVES 7 DE NOVIEMBRE cumpliendo las 2 condiciones que se señalan abajo.
CONDICIÓN 1:FOTOGRAFÍA DE ARZÚA
Esta fotografía corresponde a un desfile de carnaval (Entroido).
No os pedimos que este lugar forme parte del relato (o sí, si lo consideráis interesante), y el tema será libre en esta ocasión, pero queremos que utilicéis la imagen o cualquiera de sus elementos como inspiración para vuestro relato.
CONDICIÓN 2: EL TITULO con «A………A»
Como ocurre en el topónimo ArzúA, el relato deberá tener un título cuya primera y última letras sean la A (indistintamente del número de palabras que tenga) .
Consultadnos cualquier duda que os pueda surgir.
Y RECORDAAAAD
Revisad bien el texto antes de publicarlo porque,
una vez hecho,
NO habrá posibilidad de corregir ni reeditar.
Tras la publicación de los dos relatos participantes abriremos el enlace a un formulario para la Votación Popular (solo se admiten participantes de la CUNCA) que permanecerá abierto hasta el viernes 8 DE NOVIEMBRE a las 20 horas.
El resultado de este encuentro se hará público en una entrada general de la sección ENoTiCias.
Asesinato a la vasca
Cuando Arantxa desapareció el pueblo culpó a su marido. Porque nunca aprendió el idioma, por ser un señorito de ciudad o porque era extranjero. Sin mayor prueba que la ausencia de su vecina rezaron misas por su alma, cavaron una tumba y él fue condenado a no volver a pisar la aldea. Es la tradición. Desde entonces cada domingo monta en su burra, se encamina al cementerio y sin descabalgar permanece unos minutos frente a la lápida. Los lugareños se preguntan si no fueron demasiado duros. Él espera que no se percaten de que el polvo que levanta el animal no es solo del camino.
A la mierda
—Váyanse a la mierda —dijo con vehemencia. Salió de la oficina y caminó calle arriba con determinación hasta llegar a casa.
Una vez allí, tiró muebles y enseres al suelo, rocío todo con gasolina y prendió fuego. Cerró la puerta, desató a Marcela y cabalgó calle abajo dejando atrás una lengua de fuego que devoraba su vida.
Al pasar delante de la sucursal, tiró suavemente de las riendas hasta que la burra se detuvo. —Ya puedes, Marcela —le dijo. La burra, obediente, dejó escapar un mojón descomunal.
—Esto también lo pueden embargar, señores.
Caballero y montura reanudaron la marcha, satisfechos, camino a la incertidumbre.