65. Dadas o tomadas -Calamanda Nevado-
-Mejor-, espeta mamá después de hacerme caminar, erguida y elegante, como si estuviera en el casino. -Ahora descansa-, murmura. Y me tapa con la manta apartando los mazos de naipes que dejó sobre los pies de la cama. Los mira. La tensión se refleja en su rostro. -Qué pasa ¿Ocurre algo?- Niega con la cabeza. -No me engañas-. –No, lo de siempre-.
Lo de siempre son sus sensaciones, antes de mis partidas. Quiere irse pronto a la cama, me dice, levantarse temprano, meterme en la ducha y lavarme el pelo; lo hace a diario. Aunque disimulo mi malestar, acepto. El estómago me duele, otra vez. No puedo dormir. Recuerdo como desde niña, me entretenían ella y papá con partidas de cartas de la baraja española, según su opinión la más antigua, porque estimulaba mi imaginación. Me recuesto y repaso algunos detalles de bazas, rondas y apuestas. Espero que nadie mire las cartas lentamente, o las tenga demasiado tiempo en la mano. Deberé intervenir. Mañana, a primera hora, tengo reunión con el comité de empresa. Como jefa de mesa, procederán a darme a conocer el cómputo de propinas de la semana pasada, que no introduje en la ranura destinada a eso.
Una madre muy protectora y una hija que se deja querer. De fondo, una mala jugada en el trabajo cuyas consecuencias la joven tendrá que afrontar. Las madres, intuye, saben y sienten todo incluso antes de que suceda, se trata de un don natural que roza la magia. Ella siempre estará del lado de su descendiente, suceda lo que suceda.
Un abrazo y suerte, Calamanda
Hola Angel, así es. La chica no puede disimular y su madre capta que no vam bien las cosas.
Gracias por tu tiempo y acierto.
Abrazos, y feliz verano.