81. Dar la vuelta al mundo y acabar en el sofá
Cuando se jubiló, decidimos que no sería uno de esos viejos que se quedan solos en casa todo el día sin hacer nada, que salen en pantuflas a la calle y cada día caminan más encorvados, como queriendo escuchar lo que el suelo tiene que decirles, así que le compramos unos billetes de avión y le mandamos a conocer mundo.
No se crean ustedes que se marchó con una sonrisa en la cara. Todavía le recuerdo cargando con las maletas y la mochila de madrugada, en la terminal del aeropuerto, diciendo que tenía sueño y quejándose de la cola para facturar. Nos quedamos viéndole cruzar el control de seguridad y atravesando el duty free con cara de pasmado.
Volvió tres meses después con una maleta de más llena de souvenirs comprados en los aeropuertos y las estaciones. Nos contó mil y una anécdotas de hoteles, taxistas y bufés, siempre resoplando y quejándose.
—En la mitad de los hoteles no cogía ni una cadena en español.
Cuando deshizo las maletas y se sentó en el sofá, sonrió por fin. “Como en casa no se está en ninguna parte”, dijo. Había recorrido medio mundo y no había entendido nada.
Hola, David, y bienvenido a ENTC. Me gusta tu relato. Nos muestras una situación que , como su protagonista, parece de otro tiempo. Creo que, en la actualidad, la mayoría de viajeros trata de empaparse y de disfrutar de las diferentes culturas que tiene la suerte de conocer. Tu personaje me recuerda a aquellos emigrantes de antaño ( y a algunos inmigrantes de ahora) que solo se relacionaban con sus compatriotas y no se molestaban siquiera en aprender el idioma ni aceptar las costumbreas de su país de adopción, aunque esta sea temporal. Curiosamente, tu relato tambien me hace pensar en que no todos tendríamos que hacer lo que no queremos porque otros así nos lo manden o porque eso parezca lo que hay que hacer, obligatoriamente. Un saludo y suerte.
Bienhallado, Jesús. Gracias por tus palabras, me alegro de que mi relato sintonice con tu percepción del mundo.
Ja ja ja!
Me ha divertido mucho tu relato.
Me he puesto la piel vieja y me he imaginado lanzada a un viaje que yo no he planeado.
Y me he sentado en mi dofá y…. bien cierto es que como en casa no se está en ninguna parte.
El próximo viaje, si lo hago, será a mi manera.
Me estaré haciendo mayor?
: )
Sigo riendo
David, igual mas adelante…. pero en ese viaje no hubo trasformación. Bien contado. Suerte y saludos