66. DE AQUELLOS GOZOS (Virtudes Torres)
Mira que me advirtieron que lo único que buscabas en mí era llevarme al huerto.
Aquel día florecí, al siguiente noté como mi cuerpo se transformaba, quizás era la primavera, pero en invierno la nieve se tornó roja como un sorbete de fresa.
Por tu parte seguiste picando de flor en flor, siempre con el ramito de tomillo entre los labios. Yo cambié de aires, busqué el que mejor iba a mi retoño y, ahora aquí estoy, en esta esquina, dando alegrías de las que escaseo, por un puto billete verde.
Virtudes ma encantao
Precioso Virtudes. Un beso.
Gracias Alfonso. Un abrazo.
Hola Blanca. Gracias por tu visita. Un beso.
De aquellos barros, estos lodos. «De aquellos gozos», las actuales miserias.
Tu protagonista, a pesar de las advertencias, se dejó llevar por los sentidos y puede que también por los sentimientos, pero quien no tiene nada que perder ni escrúpulos se fue, dejándole a ella con su vida marcada, con una criatura sin padre y a destiempo. La pobre termina en las calles, por pura necesidad; mientras, él, a lo suyo.
Una historia tan creíble que seguro que se ha dado en la vida real no pocas veces, con unos detalles u otros.
Un relato breve e intenso, con una carga de drama e injusticia, narrado de una forma ágil y original.
Un abrazo, Virtudes. Suerte
Como me alegra leer tus comentarios.
Esa historia cuántas veces se habrá repetido y las que se repetirá, yo he querido llevarla atrás en
el tiempo, por lo que a ella la he puesto un poco inocente, a él la ramita en la boca y así me daba juego para el añorado billete de mil pesetas.
Un abrazo también para tí Ángel.
Precioso y conciso
¿Para qué más palabras? Gracias por tu comentario.
Saludos.
Duro, preciso, con las palabras justas en su sitio. Me ha gustado mucho
Gracias Luisa por tu comentario.
Un abrazo.