64. DE AQUELLOS POLVOS… (Rafa Olivares)
El abuelo de Kim, de joven, se ganaba la vida viajando en una renqueante bicicleta por las aldeas del sur, en las que comerciaba con licor de arroz y aceite de soja que él mismo producía con sus propios y escasos medios. El traqueteo del viaje hacía rebosar el líquido de los cuencos y mezclarse con el polvo de los caminos, de modo que, cuando entregaba la mercancía a sus destinatarios, los dedos de estos quedaban manchados del pringue. Cuando se despedían, aunque él prefería el saludo tradicional de unir las palmas e inclinar ligeramente el torso, las costumbres occidentales iban imponiendo el apretón de manos en señal de acuerdo y buenos deseos. El abuelo notaba entonces, con cierta aprensión, el traspaso de la mezcolanza a su piel, no pudiendo ocultar un gesto de desagrado más áspero conforme aumentaba su repugnancia. Pues bien, ahí fue cuando empezó el distanciamiento entre las dos Coreas.
Muchas veces las historias se reducen a líos de faldas, de familias, a envidias o dinero; pero eso de lo que tú hablas es casi racismo, aun cuando los occidentales no estemos a que el racismo se ejerza sobre nosotros. Creo que hablas de ello, de la pérdida de las raíces, de las tradiciones; de la oposición a dejar un modo de vida por otro que, pasito a pasito, suave suavecito (leer con música, para quitar hierro al comentario), se va imponiendo.
Y aquí estamos, después del momento que cuentas, ¿cómo se limpian las manos y se reduce el asco? Chungo, muy chungo.
Sobre todo cuando en otro pais una zanahoria gigante parlanchina y mentirosa ha sido elegida en las urnas (como para tuitearlo, oye).
Dicho todo esto, muy bueno el micro porque si no es bueno… es más difícil que yo me alargue como lo he hecho.
Felicidades. Y menudo viaje!!!
Muchas gracias, Luisa, por tus comentarios. Efectivamente, un viaje que ya lleva tres generaciones pasándose el testigo y que si no tuvo su origen en esta nimiedad del pringue, seguro que se sustenta en alguna otra neurona defectuosa y hereditaria de la saga.
Besos.
¡Qué bueno! Sin duda irónico pero siempre es así. Los progresistas y los inmovilistas.
Suerte.
Y las razones más insospechadas en la decisión de la forma de vida de millones de personas.
Gracias, Ximens. Un abrazo.
Jajaja. No me esperaba encontrar por aquí la explicación histórica sobre las dos Coreas.
Rafa, cómo puede ser que saques un relato de unos polvos de nada 🙂 Y eso que, al leer el titular, pensé, con malicia, que te ibas a referir a otra clase de polvos.
Pues un relato muy creativo, sí señor.
Conseguir dibujar sonrisas, además de ofrecer una buena lectura tiene un gran mérito (el tuyo).
Un abrazo, Rafa.
Un comentario que empieza con un «Jajaja» ya no necesita más palabras. Pero vale para saber que el subconsciente te delata y es que todos, siempre, pensamos en lo mismo.
Gracias, Petra. Un beso fuerte.
Todo lodo tiene un inicio. Un relato que deja a las claras cómo a partir de un simple detalle, apenas una mota de polvo sin malicia inicial, puede forjarse una enemistad capaz de agrandarse para dividir un país y hasta el mundo en dos mitades antagónicas.
Un abrazo grande Rafa. suerte
Cierto, Ángel, grandes tragedias pueden esconder su origen en pequeñas mezquindades de personajes histriónicos.
Un abrazo agradecido.
Qué pena que, en la época del abuelo Kim, las costumbres occidentales no hubieran impuesto el uso de guantes porque con ellos se hubieran ahorrado las dos cositas: el pringue y el distanciamiento entre las dos Coreas.
Me gustó mucho, requetemucho, RAFA (y entre nos, te confieso que yo estuve igual de maliciosa que Amparo, jeje… 😉 ).
Te envío mis felicitaciones y un beso grande,
Mariángeles
Gracias, Mariángeles, por tus generosas palabras. No es difícil buscar un título engañoso que atraiga a la lectura. Más difícil es luego no decepcionar con el contenido.
Besotes.
Mira tú por donde… ¡Lo que hay que ver! 🙂 Siempre tan ocurrente.
Otra forma de escribir la historia.
Gracias, Edita.
Un beso.
Ja ja ja… La de conflictos que hubieran evitado unos guantes de silicona…
Felicidades por el relato, Rafael (y aprovecho para felicitarte también por el de la final de «Relatos con banda sonora»).
Un abrazo y buen verano, Rafael.
Gracias, Gabriel. Lo de la SER son de esas alegrías añadidas que nos regala la escritura.
Abrazo y feliz verano.
Rafa, ante cualquier pequeña discusion comentabamos eso de -cuidado que así empezó la guerra del vietnan, me parece que esta particular historia bien pudo producirse. Suerte y saludos. Felicidades por tus exitos¡¡¡
Siempre puede haber oscuras razones en el origen de grandes tragedias. Gracias, Calamanda.
Besos.
Más a menudo de lo que creemos las grandes rencillas empiezan por nimiedades comunes, aunque digamos que cuando estas nimiedades cuajan es porque ya la mosca estaba al acecho detrás de la oreja. No podías haber explicado mejor el origen de un conflicto. Muy buen texto.
Saludos, Rafa.
Con algo de imaginación se puede encontrar una explicación a cualquier conflicto incomprensible.
Gracias, Manoli.
Un beso.
Amigo, por fin publicaste. Y mira no más, este micro genial como todo lo que escribes. No se me acaba la sonrisa, a pesar de que la historia es terrorífica. Sólo tú sabes impregnar de luz hasta lo más tenebroso. ¡Felicidades por esta pieza, amigo querido! Hoy publico la mía, que acabo de terminar en estos momentos. Un abrazo apretado desde los calorones de mi tierra. 40°C a la sombra… aunque en el mar, ya sabes, la vida es más sabrosa. ¡¡¡Besos!!!
Deleite de saber de nuevo de ti, María, y con el regalo de otro de tus sentidos -seguro- relatos. Ahora mismo corro a leerte. Gracias por tus siempre generosos y cariñoso comentarios.
No creas que por aquí las temperaturas son más benignas, hasta las lagartijas salen con cantimplora.
Besotes y ¡viva México!
Esto es como lo de esas familias enemistadas durante generaciones y, aunque nadie sabe de donde pudo haber salido la inquina que motiva ese enfrentamiento, no hay forma ni voluntad de erradicarlo. Suerte y saludos, Rafa.
Buena comparación, Jesús, por un quítame esas pajas la que se puede montar durante siglos.
Gracias. Un abrazo.
Muy bueno e inesperado final Rafa. Mucha suerte.
Besicos muchos.
Me alegra que te haya gustado, Nani.
Gracias y muchos besicos.
En el fondo somos pura química y el rechazo irracional se puede explicar (o no) con ese argumento. Tu le das tu toque de humor, tan característico, y lo vistes de leyenda. Por suerte también, y aunque no todos lo consigan, la mayoría impone el pensamiento racional por encima de los prejuicios.
Prescindiendo del fondo de la historia, de si justifica o no las actitudes intolerantes, tengo que decir que me gusta el modo como la cuentas, con ese eco de historia antigua.
suerte y abrazos.
¡Qué bonito lo de «eco de historia antigua»! Y sí, pretender camuflar de racionalidad tanta ocurrencia de gente que maneja países resulta menos creible que estas ficciones sobre reacciones humanas conocidas y entendibles, aunque exageradas.
Muchas gracias, Anna. Un beso.
Estimado Rafa Olivares, me ha gustado mucho tu relato. Que cierto es que la semilla del odio es como la mala hierba, arraiga en cualquier parte, de un momento para otro y crece sin dedicarle la más mínima atención. Ojalá de los tallos espinados del rencor, brotase la flor del entendimiento, aunque me temo que esa planta no prospera tan fácilmente. Mi enhorabuena. Un cariñoso saludo.
Sí, Ángel,ese veneno puede surgir por la razón más insospechada y anidar en cualquier alma para hacerse patente mucho después y de la forma más cruenta.
Gracias y abrazos.