85. De lunes a viernes (Josep Casals)
Ella sube dos paradas después y baja una antes. Entra siempre por la primera puerta del segundo vagón y, si puede sentarse, saca un libro del bolso, retira el punto y lee un par de páginas, esto es lo que dura su trayecto. Si tiene que quedarse de pie, conecta unos auriculares al móvil, se agarra a la barra y mira a ninguna parte. En más de una ocasión he pensado que podría seguirla para saber a dónde va, qué hace, pero no me he atrevido. Ni siquiera he osado a acercarme más.
Hoy no ha bajado en su parada. El convoy ha reiniciado la marcha y ella seguía allí sentada, leyendo. Mientras trataba de buscarle una explicación, ha llegado mi estación y la inercia cotidiana me ha empujado a salir del vagón. Ha sido cuando me dejaba subir por la escalera mecánica que he sentido unos ojos clavados en mi nuca. Instintivamente me he girado y entonces he visto que ella, unos escalones abajo, no apartaba la mirada.