81. De mañana (Patricia Collazo)
Su voz es hoy más dulce que de costumbre. Me dejo arrullar por su cadencia tratando de interiorizar lo que dice. Todo me parece trascendental, incluso cuando repite aquello de una hora menos en Canarias.
Mientras conduzco, saluda a los oyentes que recién se incorporan. No me gusta que haga eso. La acompaño desde las cinco, y ella saluda a los remolones. No lo merecen.
Casi las nueve. Con el coche detenido cerca de la oficina, espero. Nuevamente llegaré tarde por quedarme a escuchar su hasta mañana amigos. Pero no dice hasta mañana, dice hasta siempre, dice que es su último programa y un montón de cosas que no entiendo.
Tengo la peregrina idea de retrasar el reloj como si estuviera en Canarias, y volver a escuchar la última hora. Seguro que no ha sido una despedida, seguro que no lo he entendido bien. Pero no consigo engañarme.
Los oídos me zumban. Subo el volumen, golpeo la radio, el volante, los cristales. La señal horaria suena estridente en el momento en que bajo del coche, y me dejo atropellar.
Me parece un relatos genial de una obsesión. Me gusta tanto que hasta tengo un poco de envidia, fíjate!
¡Gracias, Luisa! Pero no tienes tanto que envidiar. Tu relato me ha parecido fantástico, pero no sé por qué no lo puedo comentar. No se me habilita la casilla de comentarios. De todos modos, te lo digo aquí. ¡Mucha suerte!
El deseñgano de un amor platónico que transcurre por momentos de devoción, de celos, de desesperación y concluye con ese final inesperado y rotundo.
Magnífico, Patricia. Perder la Copa con autoras como tú está escrito en las leyes que rigen la Lógica.
Suerte y abrazo.
¡Oye! Que tú tienes información privilegiada o no sé por qué crees que has perdido en la Copa. Hasta donde yo sé, eso está por verse…
Gracias por tu comentario, Rafa. Un abrazo.
EXCELENTE Patricia. Que bien narrado ese «adiós» cobarde, y cómo nos arrastras hacia ese final dramático e inesperado.
Pero que MUY BUENO.
Ton.
¡Muchas gracias, Ton! Un abrazo.
Cómo nos gustan nuestras costumbres-hábitos-pasiones (la de tu prota algo obsesiva, es cierto) y cuánto nos cuesta renunciar a ellas.
Es cierto, cuesta renunciar a las costumbres y a veces se puede caer en la obsesión. Gracias por leerme y por tu comentario, Reve.
Un abrazo
Me gusta como evoluciona la historia desde la cadencia dela música hasta el atropello buscado.
Me atrapó su lectura.
Suerte
¡Muchas gracias, María Jesús! Me alegra mucho que te haya gustado. Gracias por leerme y gracias por contarme lo que te ha parecido. Un abrazo.
No hay nada peor que un amor platónico envuelto en celos. Se desata la locura y los finales nunca se predicen buenos.
Un historia contada con gran agilidad y ganando rapidez conforme avanza. Sigues cada linea con interés y te dejas llevar por cada onda del relato.
Fantástico Patricia, una vez me has encantado.
Un beso reguapa. Suerte
¡Gracias, guapa! Es cierto que estas historias no pintan bien. Su final se prevé malo. Me alegra mucho que te gustara.
Un beso grande
Si es que no se puede despedir uno a la francesa, así, por las buenas. Una voz que sale por las ondas se convierte en un patrimonio colectivo y a su audiencia se debe, como parte de la vida de muchas personas, qué menos que una explicación. De todas formas, la vida enseña que nada es para siempre, que todo tiene fases y término, que un cambio, por traumático que parezca, puede ser la puerta a una oportunidad. El problema es que tu protagonista ha sucumbido antes de darse cuenta.
Un abrazo, Patricia. Suerte
Es cierto, Ángel. Mi personaje se quedó un paso antes, sumergido en su obsesión.
Muchas gracias por tu lectura y tu comentario.
Un abrazo
Suerte patricia me gustó te veo en el libro fijo abrZos
Gracias, Manuel. Ojalá tengas razón, eso hace mucha ilusión. Pero si no es el caso, el estar aquí y recibir estos comentarios tan generosos de mis compañeros lo compensa todo.
Un abrazo.
¡Gracias, Ana! Me parece muy acertada tu lectura. Gracias por compartirla.
Un saludo
Me quedé con ganas de más. Sin duda porque engancha desde la primera frase.
Mucha suerte
LuisCar
¡Muchas gracias, LuisCar! Por tu comentario y por leerme.
Un abrazo
Como siempre, es un placer leerte, Patricia. Tus letras tienen alma y yo cada vez estoy más enganchada. Me dejo atropellar. Besos y suerte.
Gracias, Belén por tus comentarios siempre tan cariñosos y cercanos. Me alegro de que te guste. Un abrazo, guapa
¡Qué buen relato! Como ya han dicho, con buen ritmo, y te engancha. Ves como el protagonista está obsesionado, pero te gusta cómo explica lo que siente: todo es trascendental, no quiere que salude a los remolones, llega tarde al trabajo «por ella», … La explosión final de rabia descontrolada tiene su punto álgido en ese final de obsesión exagerada.
Muy bueno.
Un beso.
¡Muchas gracias, M.Carme! Por tu comentario y por pasarte por aquí.
Un abrazo
Hola, desde Canarias, una hora menos, me llega este magnífico relato.
Felicidades.
Pues, ¡me hace mucha ilusión tu mensaje desde Canarias, María!
¡Muchas gracias!
Con el sello Collazo, que ya vamos conociendo, palabras originales que enamoran, como esa voz. Genial, amiga invisible. Beso inmenso y suerte
¡Gracias, Eva!
Un abrazo
Patricia, has reflejado habilmente la desesperanza, la soledad, y tantas emociones como nos llevan a actuar. Suerte y saludos
¡Muchas gracias, Calamanda! Me alegra que veas en mi relato esas emociones. Un saludo.
Te voy a plagiar, Patricia: «Todo lo que dices me parece trascendental».
Un abrazo y suerte.
Plagio completamente autorizado… ¡Gracias, Margarita! Un abrazo
Me gusta y no. Me gusta todo lo que vas trasmitiendo, ese oyente enamorado de la locutora (los géneros no están definidos), esos celos por los saludos a los menos madrugadores, ese llegar tarde por oír su hasta mañana, me encanta. Por como lo cuentas y por el personaje que has perfilado, ese príncipe solitario que se enamora de la presentadora, que quiere ir a canarias para volver a escuchar (juego espacio tiempo) y la desesperación final. Y no me gusta que me confundas (problema mío, seguro), cuatro horas conduciendo para llegar a la oficina (como urbanita que soy me choca) y quiero pensar que es un camionero, por eso hubiese preferido camión en vez de coche y almacén en vez de oficina, como ves problema mío. Y no me gusta ese «me dejo atropellar», que aunque sorprendente me parece ya exagerado. En fin, cuestión de gustos. Suerte, ganadora de todo lo que te propongas.
Hola, Javier. Gracias por tu comentario. Me encanta y me aporta mucho que me digas qué te gusta y qué no. Por eso mi agradecimiento es doble, triple, o más.
Si te confundo, es problema mío y no tuyo, seguro. El «príncipe» no está cuatro horas conduciendo. La idea es que se despierta a las cinco (seguramente mucho antes de lo que necesitaría) y acompaña toda su rutina matutina con la radio (ducha, desayuno, vestirse, y, como última etapa, el viaje en coche). No lo dice, claro. Seguramente porque lo doy por sentado y no debería.
El «me dejo atropellar» fue una decisión tomada después de mucho pensarlo. Entiendo lo que dices, pero sí, es cuestión de gustos. Hay gente a la que le encanta y habrá gente a la que le parezca exagerado, como a ti. Y es absolutamente comprensible. Si le gustara a todo el mundo no tendría ninguna gracia.
De verdad quiero agradecerte que te hayas tomado el trabajo de analizar por qué te gusta y no mi texto, y el trabajo de escribírmelo. Para mí es un gran regalo.
Un abrazo
Historia de una obsesión llevada al límite. Tu voz, Patricia, por lo que te llevo leído, es como la luz de un faro, al que es imposible no reseguir con la mirada.
Saludos cordiales.
¡Muchas gracias, Carles! Por pasarte por aquí y por el comentario.
Un abrazo
Muy bueno, Patricia; no tan buenas las obsesiones, como bien muestras.
Suerte y abrazo.
¡Gracias, Cristina! No, las obsesiones no suelen ser buenas consejeras. Un abrazo
Hola, Patricia.
Me gusta el transcurrir de tu micro. Desde lo que empieza con dulzura, amor platónico… hasta la rotundidad. El giro final imprevisible y por eso me gusta aún más. Es como una locura, una obsesión llevada al extremo.
Mucha suerte y muchos besos.
¡Gracias, Towanda! El final es bastante polémico. O te gusta o lo odias. Ha sido una decisión que tuve que tomar, y no me arrepiento.
Gracias por pasarte y comentar!!!
¡Magnífico, Patricia! Esa obsesión por una voz de mujer, que procede de la radio, y que el protagonista siente como si fuese la de una persona que conoce muy bien, incluso íntimamente, me parece muy bien expresada. El final trágico hace que esté aún más evidente y resaltada dicha obsesión e invita a reflexionar. Suerte y un beso.
Gracias, María José. Un gusto que te hayas dado una vuelta por aquí. Es cierto que las obsesiones no suelen terminar bien. Pero me gusta que invite a reflexionar. Un beso
Me ha dejado noqueada el final. Es tanta la desesperación del protagonista que no puede soportar la futura ausencia.
Me ha gustado el ritmo del relato, el amor platónico, los celos.
Y también hubiera estado bien que el programa fuera nocturno. Son los que más alimentan el alma.
Un abrazo y mucha suerte, que tú la tendrás
¡Muchas gracias, Elena!
Me alegra que te hayas dado una vuelta por aquí y gracias por comentar.
Un abrazo
Una voz que conduce su frágil cordura hasta la obsesión y hacia ese trágico final. Muy bueno, Patricia. Abrazos.
Gracias, Salvador. Es cierto que la cordura es a veces tan frágil que puede romperse por un simple vaivén.
Un abrazo
Radiografía de una obsesión. La has mostrado muy bien sin llegar a explicarla, y eso creo que dice mucho a favor de relato. Hay muchos detalles que al final cobran sentido y el punto final esa eclosión de rabia. Te deseo mucha suerte 🙂
¡Gracias, Juan Antonio! ¡Qué alegría verte por aquí!
Un abrazo
Vaya, una pasión llevada al extremo, creo que has desentrañado magníficamente el comportamiento obsesivo de alguien que hace de una voz el centro de su vida.
Muy bien contado en secuencias cortas hasta el desenlace final.
Felicidades Patricia.
¡Muchas gracias, Asunción! Por pasarte y comentar. Un abrazo!!
Una historia que progresa desde lo cotidiano hacia la tragedia. Me ha gustado mucho esa progresión, lenta, sutil.Gran relato.
Felicidades