84. Demasiado tarde, princesa.
Helen Magnum nació mujer cañón, como todas sus antecesoras. Con un carácter de armas tomar, unas caderas de infarto y los ojos redondos y negros como dos cartuchos.
Aprendió rápido a leer para empaparse de los libros de caballería. Soñaba con ser militar y curtirse en mil batallas; escupir, maldecir y rascarse la entrepierna con fruición tras volarle la tapa de los sesos a cualquier malandrín, pero le obligaron a estudiar urbanidad, puericultura y corte y confección, aptitudes éstas que bien hubiera querido aprender William Wellington, quien nació verdugo por desgracia y por genética, al igual que todos los Wellington de los que se tiene constancia. Heredó éste además, el aspecto enclenque, casi enfermizo y esa voz dulce y aflautada que todos habían tratado de enrudecer sin éxito al pedir el último deseo al reo.
– Bésame, pidió Helen toda vez fue condenada por adulterio. William supo que el destino había vuelto a ser un maldito canalla, que esa boca disparaba sin mirar, sin pensar, que si él no fuera su verdugo nunca esos labios le hubieran disparado tal proyectil.
Abrió la trampilla y la soga se ciñó con fuerza
Hembra de rompe y rasga que se soñó en un tiempo que al parecer no le correspondió, pero que fue fiel a sí misma hasta el último momento. Buenos los apellidos de los personajes, en especial la ironía de ese Wellington. Besos y suerte.
Sí, Ana. Los apellidos no están puestos al azar.
Las «mujeres cañón» o de rompe y rasga como tú describes son las mujeres que merecen mi admiración.
Besos.
Muy buen!
Muy bueno, quise decir. Suerte Raquel.
Gracias Yolanda, Besotes
Desubicados ambos. Un ejemplo de lo que se quiere ser y de lo que estás obligado a ser.
Un abrazo. Mucha suerte.
Sí, Virtudes. También es una muestra de luchar por ser lo que se desea o conformarse y penar por ello.
Abrazos.
Fantástico relato. Una mujer diez cuyo único fallo fue nacer en un tiempo que no correspondía con su intelecto e inquietud. Un mundo donde tampoco tenía cabida tu otro protagonista. Un final que se siente y hace daño.
Un beso y suerte guapa.
Sí, Belén. Cuantas mujeres nacieron en tiempos que no les correspondieron, qué terrible.
Besos.
Has dado en la diana con esos dos personajes tan bien dibujados. Excelente relato. Muchas felicidades.
Gracias. No sé si están bien dibujados porque yo con el lápiz soy nefasta, pero al menos intenté perfilarlos bien.
Difícil nos lo pones a los que todavía no hemos ni apuntado.
Me gusta a mí esa Helen oye!! Genial!!
Muchas suerte Raquel!
🙂
Vamos, ponte las pilas y vete afinando la puntería, aún quedan 3 días para disparar y seguro que te sacas de la recámara un buen proyectil.
Gracias Sandra.
Me ha gustado cómo describes a ese mujer cañón; me gusta lo visual que es el relato.
Esta mujer cañón ha tenido más éxito que mi pobre enclenque de William, que a mí me parece que es un personaje con mucho que contar, pero los perdedores si no tienen un final trágico nunca son atractivos. Pobrecillos…
Gracias Lorenzo.
Sí, ya descrición de Helen tá mu bien. La de Guiliam es un pelín chocante: si nace con genétoca de verdugo ¿por qué tiene ese aspecto? Uno se imagina alguien fornido u orondo. Por lo demás mu guena obra. A vez si ties una miaja suerte, hermosa.
Besísimos.
Mi pobre «Guiliam» Hereda la profesión (muy a su pesar) y también su exigua corpulencia (más a pesar todavía).
Suerte necesito, apañero.
Besísimos de vuelta.
Muy bien contado y muy cierto que los clichés nos encasillan. Mujeres que serían estupendas fuera del hogar se quedaron atadas a la pata de la cama. Y hombres dulces tuvieron que ser por fuerza desalmados.
Me ha gustado mucho, sobre todo por el final tan dramático pero ella muere «dando guerra».
Feicidades
Como aquella peli, muere «con las botas puestas».
Has captado el mensaje a la perfección. Encasillados es el resumen.
Besos.
Estupendo relato, me gusta el carácter de esa mujer. Muy bueno.
Saludos.
Gracias Beto.
Besos.