62. DESAHUCIO (Eduardo Iáñez)
Es el mejor de los tiempos, es el peor de los tiempos, al menos mientras la obsesión blanca del capitán siga obligándome a alzar el arpón y su peso me aplaste hasta entumecerme el brazo. Apenas puedo ya enristrar la lanza mientras velo mis armas junto al brocal del pozo de una venta bañada por la luna, a donde asciendo abriéndome paso en este río cuyo curso me lleva hasta el corazón de las tinieblas. Desde el fondo del cráter, el brillo cristalino de un monolito negro me atrae como a un insecto, y mis ojos ocelados contemplan con sorpresa el bullir de mis propias patas entre unas sábanas que me son ajenas.
Huelga decir que sufro este peregrinaje continuo con una terrible incomodidad, pero también con un total desapego. Me aflige saber que todo habría podido evitarse si aún habitase entre las páginas de los primorosos volúmenes dispuestos en anaqueles de Alejandría, Constantinopla o Londres. Ahora, en este minúsculo ámbito, aséptico y sofocante, los efímeros trazos de la tinta electrónica me aturden sin remedio.
Eduardo, encadenas situaciones con ritmo y sensaciones potentes. Se visualiza muy bien el relato. Suerte y saludos
Mejor en papel. Complentamente de acuerdo. Mucha suerte 🙂
Muy bueno. No sé si hacemos bien recluyendo personajes en «libros de protección oficial». Saludos.
Eduardo, el espíritu de los personajes deambula por el devenir de los tiempos, y ahora no se encuentra en estos textos digitales. Muy, muy original. Abrazos y suerte.
Muchas gracias por pasaros y por vuestros comentarios, en algunos casos (cómo me sorprende siempre Ana) sesudos análisis. Y totalmente de acuerdo: para quienes amamos los libros como algo más que un producto de consumo, el papel, siempre el papel. Gracias y saludos para todos.
Una pieza maestra la que has realizado. He encontrado entre líneas a Moby Dick, Don Quijote, corazón de las tinieblas, Odisea en el espacio, Metamorfosis e incluso un pequeño guiño a un grande, al Borges de Babel. Y eso unido al chip, del que habla Ana, y ya tenemos un micro que debe ser impreso en ese papel que recoge lo mejorcito de estas tierras nocturnas digitales.
Muy bueno, Eduardo. Sobre todo el título, que es muy oportuno.
Abrazos digitales
Me ha gustado desde la primera letra a la última: el título acertadísimo, el encadenamiento de las grandes obras de la literatura, la referencia a las bibliotecas, la reivindicación del papel… Un diez y espero que acabe donde merece, o sea, en papel. Abrazo.
Muy bueno.Suerte
Insisto en mi agradecimiento a todos los que os pasáis por mi relato y dejáis vuestros comentarios. Me agrada que os haya gustado y que os haya parecido interesante esa reivindicación del libro de papel en este abril siempre tan libresco. Abrazos.
¿Libro digital?
EL HORROR… EL HORROR…
Descomunal relato, Eduardo. Ojalá acabe impreso en papel.
Un saludo sincero.
Gracias por tu generosidad, Modes. Un abrazo también sincero, siempre.
Oh, y si te pasa como a mi libro-e, que se cayó al suelo y se le rompíó justo el botoncito de encender… ¡atrapado para siempre en el «minúsculo ámbito»!. Ahí dentro deben de estas todo el día peleándose los tres mosqueteros con Jean Valjean, mientras Sira le prepara vestidos a la dama de las camelias, escuchando el susurro de la caracola, mientras Ender juega con los ansibles en una montaña mágica… mejos no pensar en la que estarán liando…
Feliz día de San Jorge, Eduardo, te lo has ganado.
Abrazo.
Hoy no se qué me está pasando con el teclado, que se me revuelve…
Desde luego, toda una maldición a la que se ha condenado a los habitantes de tu libro-e. Espero que sus relaciones sean satisfactorias, aunque habitando el mundo de la literatura, uno puede esperar cualquier cosa.
Y en cuanto a tu teclado… No sé, me parece que, entre una cosa y otra, lo tuyo no es la tecnología, pero es lo que nos ha tocado.
Muchas gracias por pasarte y por tus comentarios.
Saludos.
Buen relato. Imposible dejar ese olor, ese tacto, esa delicia de pasar las hojas de papel.
Felicidades.
Bueeeno, María, me encanta que confieses no poder dejar la delicia de pasar las hojas, tocándolas y oliéndolas, como hacemos tantos un tanto culpablemente.
Gracias por pasarte y por tus felicitaciones. Saludos.