65. DESALMADOS (Eduardo Iáñez)
Las radios digitales son aparatos sin alma, como todo el mundo sabe. Es difícil sustraerse a la tentación de su limpieza de sonido, de su ausencia de interferencias, de su precisión en la sintonía automática. Pero yo aún resisto, dándole vueltas y vueltas, en un sentido y en otro, a la rueda de la frecuencia analógica de mi transistor. Allí, en esa imprecisa frontera entre la nostalgia y los clásicos, los espíritus me hablan. En esa tierra de nadie ocupada por ruidos indeseables, he escuchado a Reed reclamar a Bowie entre los suyos, a Joplin prevenir a Winehouse cuando cumplió los veintisiete, a Elvis comunicar sus cambios de paradero. Y todo lo he escrito con mi letra apretada en este cuadernillo, que los demonios blancos buscan en balde mientras me paseo por el jardín con mi radio encendida. Ellos se han empeñado en cambiármela por otra, digital. No tienen alma.
Grandísimo relato, propio de un maestro de las letras. Auguro que va de cabeza al libro. A esperar.
Abrazos.
Precioso relato. Y precioso mėtodo de aferrarse a «lo de toda la vida».
De mis preferidos. Te deseo suerte.
Ton.
Un relato sumamente original, Eduardo, con esos demonios blancos y sin alma que buscan la prueba de que existen mensajes ocultos en las interferencias, un detalle bien llevado que conduce a la reflexión entre lo antiguo y lo nuevo.
Suerte y un abrazo
Un relato extraordinario, Eduardo.
Eduardo, bien llevada la temporalidad de las cosas y su presencia en nuestras vidas. Suerte y saludos
Bonito relato anti sociedad 2.0 lo que cuentas de es sensación entre bandas es real y muy bien descrito. Abrazos y suerte
Muy bien armado y muy buenas letras. Hay veces que el mundo va demasiado deprisa, y no puedes evitar echar de más las modernidades. Si algo funciona para qué cambiarlo. Buena crítica. Mucha suerte 🙂
Todo un homenaje a la radio, la radio de siempre, que nunca morirá.
Un saludo, Eduardo
¡Bueno!
Gran historia, Eduardo. Mágica y dramática, con mucho alma.
Saludos cordiales
Es un bonito homenaje a esos transistores que tenemos asociados a tantos momentos de nuestras vidas. A los que se aferran a la tradición y no quieren cambiarla por las nuevas tecnologías los calificamos de «raros» o «locos» a veces, pero quizá solo sean nostálgicos de un tiempo pasado que consideren mejor. Así interpreto el final de tu relato. Besos y suerte.
Queridos amigos, queridos Rafa, Ton, Ángel, Patricia, Calamanda, Montesinadas, Juan Antonio, María Jesús, Carles y Ana. Un número redondo, perfecto, eterno…: diez comentaristas los que agradecer eternamente su paciencia al leer estas letras.
Abracísimos.
Todo cambio, toda transición vertiginosa puede hacernos perder el norte de la realidad, nos aferramos a las cosa auténticas, a lo conocido, como salvavidas de nuestra cordura. Interesante reflexión y genial relato, Eduardo. Abrazos.
UN buen relato, escrito con alma.
Felicidades y buen tiempo.
PRecioso. Em lo había perdido. Enhorabuena por la selección!!!
No lo había leído. ¡Bien elegido! Me alegro de compartir páginas contigo.
Un abrazo.
Me parece muy interesante.
Enhorabuenisma.