69. DESAZONES EN EL MAR
La lectura de su wasap me dejó varado en la desazón junto a las escaleras de aquél crucero. Su escueto adiós me provocó un sinfín de preguntas sin respuesta y un océano de dudas. Ante la rabia, saqué mi mejor sonrisa y me hice un selfie con la chica que picó mi pasaje. Se lo devolví junto a un corazoncito partido y un lacónico ‘que te den’.
Aquella noche melancólica, mientras la luna acariciaba las olas, yo bailaba en la pista con una oficial de máquina. Apretada contra mi pecho, me susurraba al oído las mil y una formas de tejer un nudo marino en la cama, pero yo ya tenía bastante con deshacer mi nudo gordiano. Preferí la compañía de una loca pastillera. Compartimos en su camarote pastillas de colores y burbujas de champán. Subimos a la proa dando tumbos, y desde lo más alto me dijo aquello de Titanic: ‘Si tu saltas, yo salto’. Ella no saltó.
Hoy vivo feliz junto a una sirena, ella me comprende y me ama. Me ha propuesto un crucero surcando los océanos a lomos de una ballena. Se que no me fallará. Ella no tiene wasap y yo ya estoy escamado.
Simpatiquísimo relato, Miguel Ángel. Queda claro que tu protagonista se mueve como pez en el agua en su nueva vida.
Saludos cordiales.
Hola Miguel Ángel. Me encanta la actitud del protagonista que nos presentas. Alguien que lo arregla todo con un sencillo «pelillos a la mar». Y menuda suerte, acabar junto a una sirena.
Me ha parecido precioso. Suerte,
Ton.
Vaya juego de palabras en torno al mar que te has marcado. Con esa labia, ¿cómo no vas a seducir a las sirenas?
Buen micro Miguel.
Besazos.
No se puede dejar un comentario en tu relato titulado La pescadería pero es muy original y me encanta. Se me ocurrió decirtelo aquí, igual un día entras y puedes leer esto.
Feliz noche.