90. Descubrimiento
Se juraron amor eterno, e iniciaron una vida conjunta, empezando por un viaje hacia el nuevo mundo, donde esperaban prosperar y tener un futuro familiar pleno.
No dejaba de ser un viaje de novios, donde la luna de miel, empezaron a comerla justo al encerrarse en su fabuloso camarote.
La travesía era fría, pero abrigándose con sus cuerpos, no notaban lo que las heladas aguas desprendían.
A pesar del bullicio, los gritos, correrías y avisos, siguieron en su camarote, ajenos a todo ello, concentrándose en su mutuo conocimiento.
Cuando años más tarde, los exploradores marinos, consiguieron adentrarse en el pecio marino más deseado, contemplaron admirados toda la belleza que aquel navío atesoraba.
Lo que más les sorprendió, fue encontrar aquella pareja totalmente entrelazada, en el camarote 115 del Titanic, el único habitado.
Gracias! Me alegro de que te gustara.
Un saludo.
Eso desde luego es promesa de amor eterno.
Suerte, un abrazo Alfred
Ciertamente lo es.
Gracias!
Un abrazo.
Me gustó mucho.
Un abrazo
Muchas gracias!
Un abrazo.
Y ahí siguen. El buzo de mi relato lo descubrió años más tarde.
Pues si, eso parece, casualidades de la vida o misterios.
Un saludo.
Ser romático es lo que tiene, hasta de una historia como la del Titanic uno encuentra la manera de rescatar el amor, para que no se hunda. Muy bonito.
El amor nos mantiene vivos. Muchas gracias.