34. DESDE QUE LLEGÓ A SU VIDA (Luisa Rodríguez)
―¡Ay, qué larga es esta vida!― suspiró Lucía con gesto compungido.
Manuel, que acababa de emerger de la somnolencia que lo mantenía secuestrado la mayor parte del día, sonrió. Aquel lamento, que él repetía tantas veces, en voz de ella actuó como un bálsamo contra el dolor que se le había ramificado por todo el cuerpo desde la muerte de Maruja.
Lucía se acercó para ayudarle a llevarse un vaso de agua a los labios, pero con tanta torpeza, que la mayor parte del líquido se derramó sobre la camisa. Sin embargo, una mirada de complicidad fue suficiente para revalidar el pacto de silencio con el que se protegían.
Cuando poco después la llamaron desde la cocina, ambos se habían olvidado ya del incidente y el anciano volvía a estar adormilado. Por eso, al regresar con un trozo de tarta de chocolate, ella tuvo que tirarle de la manga para que se despejase.
Manuel exageró el gesto de sorpresa, pero lo que en realidad le maravilló fue su propia carcajada cuando, sin que le preguntase el motivo de celebración, Lucía levantó cuatro dedos.
Ternura a raudales.
Frente a la poesía de Santa Teresa, tan intensa, tan trascendente, tan inconmensurable, el «cuerpo» me pedía algo así. Edita(¡compañera y rival en la Copa!!!), gracias por leer mi pequeña historia. Un abrazo.
Te leí antes de saber que eras mi rival, si no… (es broma). A ver si te portas bien y escribes un poquito peor. 🙂
Luisa de una escena cotidiana has hecho un cuento amable y de complicidades, ejemplo de convivencia para todos. Suerte y saludos
Calamanda, siento especial debilidad por la gente mayor que, además del deterioro físico, sufre la pérdida continua de seres queridos. Pero es increíble la inyección de vida que puede suponer la llegada de un nuevo miembro a la familia. Muchas gracias. Un abrazo.
Nos ha dejado un relato enternecedor. Me han gustado esas idas y venidas por la cotidianidad de la situación con las que has conseguido que sintamos en relato tan próximo. El cierre me parece magnífico. Mucha suerte 🙂
Mi intención era reflejar, a través de detalles cotidianos y aparentemente intrascendentes, una relación muy especial. Y me apetecía ser «buena» con dos personajes que me caen muy bien. Juan Antonio, muchas gracias por comentar mi propuesta. Un abrazo.
Qué pareja tan encantadora has creado, Luisa. Me encanta este final feliz para gente que parecía haber perdido ya el tren. Gracias.
Gracias a ti, Belén, por leer y comentar mi micro. Un abrazo.
Hola, Luisa.
A mí también me ha parecido una escena cotidiana narrada con naturalidad, ternura y chispa.
Muy chulo, la verdad.
Un beso.
Gracias, Towanda. Me alegra que te haya gustado. Besos.
Muchas gracias, Ana, por leer y comentar mi propuesta. Un beso.
Hay buenismo en tu relato y esperanza de humanidad entre los personajes, abrazos y suerte
A veces reconforta (por lo menos a mí), poner el foco en nuestra parte «buena». La mala la vemos todos los días en todos los informativos…
Como bien dices, tener «esperanza de humanidad». Muchas gracias. Un abrazo.
Luisa, un relato tierno y conmovedor. Un gesto, una mirada de complicidad y cariño, es suficiente para que la gente mayor se sienta reconfortada. Abrazos y mucha suerte.
Con muy poco se puede dar mucho a las personas que creen que ya no les queda nada. Muchas gracias, Salvador. Un abrazo.
Oh qué bonito el modo con el que has expresado la relación entre un anciano y su nieta. Este primer trimestre los relatos destilan mucha calidad, aunque lo contrario ya sería raro, raro, raro…
Me alegra mucho que te haya gustado, Lorenzo. Y sí, hay mucho nivel, como siempre por estos lares. Es un placer compartir espacio con todos vosotros. Un abrazo.
Me encanta la ternura y naturalidad de tu relato, Luisa. Además, es de agradecer que la temática se aleje de la Santa (por aquello de la diversidad). Precioso y bien narrado. Mucha suerte.
Abrazos
Me alegra mucho que te haya gustado, Izaskun. Las historias sencillas, y aparentemente intrascendentes, también tienen su hueco. Besos y muchas gracias.
Felicidades, Luisa, por esta mención, compañera. He tenido que leer varias veces el relato pues no acababa de entender la escena, ese pacto de silencio me despistaba, no pensaba que Lucía era una niña. Cuando todo encaja puedo disfrutar del relato abuelo-nieta y todo queda claro y tierno.
Muchas gracias, Ximens. Y muchas felicidades a ti también.
Un pacto de silencio entre los miembros más «débiles» de la familia. Esa era mi intención.
Un abrazo.