57. DESGARRO
Mi cabeza da vueltas a mil revoluciones por minuto y no entiendo por qué.
Hace un instante me encontraba cuerdo, tranquilo, contemplando feliz el hermoso paisaje que se observa desde mi ventana: la orilla del mar, las olas rompiendo sobre las rocas, la gente bañándose despreocupada, el apacible paseo marítimo, los coches aparcando frente a los chiringuitos…
Y es en ese momento cuanto todo se mezcla, cuando se embarulla de tal manera que no sé que decir.
Desconozco a que se debe este estado de confusión que tanto me perturba.
Pero una sirena de ambulancia hace que regrese en mí, que durante una décima de segundo vuelva mi lucidez.
Entonces recuerdo el frenazo, los gritos desesperados de los testigos y ese aullido desgarrador de una madre, un lamento aterrador como jamás había oído.
Regresan a mi mente las terribles imágenes de la sangre que empapa un pequeño vestido rosa, la desesperación de una madre aferrándose a su pequeña desmadejada mientras los enfermeros tratan de hacerle comprender que ya es muy tarde.
Y entonces quisiera olvidarlas para siempre, para poder sumirme otra vez en esa confusión salvadora.
La confusión para evadirse de la culpa que no le deja vivir, de esa vergüenza que lo está destruyendo. Un relato muy bien contado, muy bien dosificado. ¡Enhorabuena, Gloria!
Muchas gracias, María. Me alegro que te haya gustado. Un abrazo
«Desgarro» es una palabra que define muy bien lo que le sucede a tu protagonista, en tanto que se trata de un estado permanente. Algo se ha roto en él. Atropelló a una pequeña delante de su madre. Seguro que un accidente, pero la culpabilidad y la vergüenza de haber sido el causante no es algo que pueda olvidarse, es una herida imposible de coser. Hasta el momento más plácido ha de romperse antes o después, no hay tregua para quien sigue vivo y se considera causante de la desaparición trágica de alguien inocente, además del dolor de sus familiares.
Un relato que nos pone en la piel de un condenado a la zozobra vital.
Un abrazo y suerte, Gloria
Ángel, como siempre sabes sacarle a un microrrelato todo su jugo, e incluso vas más allá de lo que el autor, autora en este caso, quiso expresar. Muchas gracias por ese análisis siempre tan certero. Un abrazo. Gloria