37. DESILUSIÓN
Recordaba su último verano pasado junto al Atlántico. Lo había compartido con Alejandro, su gran amor.
Cuatro décadas después, la memoria temblorosa y frágil, traía a su mente aquella pulsera de cuentas multicolores, que él le había regalado la tarde anterior, tras adquirirla en un puesto de la Feria del Rosario.
Ilusionada, rememoraba como la había llevado a su cita en la playa del Orzán. Quería que contemplara como relucía sobre su piel morena, cubierta de arena.
Mientras lo esperaba, María decidió acercarse a las rocas para mojarse los pies en una pequeña poza. Deseaba contemplar como los rayos del sol iluminaban los abalorios, tejiendo sobre su dermis un abanico de colores.
Distinguió, desde aquel peñasco, como se acercaba a la playa su armoniosa figura. Pero no venía solo.
Le acompañaba una chica morena, de profundos ojos verdes, que sonriente, mostraba orgullosa, en su tobillo derecho una pulsera similar.
Hola, Gloria. No me extraña que esa desilusión haya acompañado durante cuarenta años a María, al ver que la persona a la que amas, y a la que supones que te corresponde, es un vulgar vivalavirgen, dispuesto a aprovecharse de la inocencia de cualquier chica que se ponga delante de sus ojos. ¿Cómo habrán sido esas cuatro décadas lejos de esa ciudad que seguramente marcó su juventud? Suerte, Gloria. Besos.
Gloria, la traición del primer gran amor nunca se olvida.
Muy buen relato. Mucha suerte.
Besos apretados.
Gracias, Pilar por tus comentarios. Tienes toda la razón. Jamás se olvida. Un abrazo enorme. Gloria ? ? ?
Muchas gracias, Jesús. Sí, la traición por parte del primer amor no se olvida. Cuando uno se enamora en la adolescencia lo hace a fondo y no espera que la persona a la que ama profundamente le traiciibe. Por ello, aunque pasen muchos años, jamás se olvida. Muchas gracias por tus comentarios. Un abrazo enorme para ti y para Maria José . Gloria