Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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49. DESTINO Y AZAR (A. Barceló)

Allí está, justo donde lo había previsto: esférico, luminoso y habitable. Un pico de tensión varía los parámetros de la trayectoria y el telescopio devuelve una visión increíble, un segundo objeto celeste en una órbita paralela. Un minuto después, el sistema informático se cae por completo. Por suerte, ha podido registrar las coordenadas a tiempo y, ahora, no es el flamante descubridor de un exoplaneta viable, como estaba previsto, sino de dos.
Tardarán varios días en solucionar los problemas técnicos en el observatorio astronómico del desierto de Atacama, por eso ha vuelto a casa antes de lo previsto. Aún no se ha publicado el hallazgo y quiere darle una sorpresa a su pareja. No hay nadie en casa, pasan las horas y ella no regresa. No tenía intención de hacerlo, pero está preocupado y decide llamarla. Justo cuando está a punto de marcar, se abre la puerta y acceden dos mujeres. Con gran excitación y urgencia, comienzan a desnudarse la una a la otra. Intenta no delatar su presencia, busca la salida trasera y abandona el chalet. La noche es clara y el cielo está despejado, mira hacia arriba en dirección a “sus planetas”. Acaba de decidir cómo llamarles.

4 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    Muy elegante el final y la decisión de tu astrónomo protagonista. Podría haber entrado en cólera, montar una escena, pero optó por otra opción mebos vehemente. Una casualidad llevó a un descubimiento, que condujo a otra casualidad y a otro descubrimiento.
    Una historia interesante, además de respetuosa y civilizada, que dados los tiempos que corren, es algo que siempre se agradece.
    Suerte y un abrazo grande, querido tocayo

  2. De no haber sido por ese binomio de casualidades – los problemas técnicos en el observatorio y el regreso temprano a su casa – el astrónomo no se hubiera enterado de que su esposa también era un «exoplaneta», por decirlo de alguna manera, y gravitaba hacia otro igualito a ella… Por vivir mirando hacia arriba, hacia las estrellas, el protagonista no supo ver a quién tenía al lado (o a quién no tenía al lado), así que se entiende la sorpresa… Lo bueno es que se la tomó con filosofía y, mejor aún, supo sacarle provecho…

    Una serendipia contada con mucha elegancia, querido Barceló.

    Un beso y suerte para vos,
    Mariángeles

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