75. Deuda saldada
Ella aun pudo enfocar unos minutos los árboles que discurrían por la ventana. Su mente quería capturar la imagen, pero todo empezaba a resultar lento, muy lento. Cuando el revisor llegara en la mañana, quizás pensara en dejarles dormir un poco más, y ¿después?… ¿Qué diría la prensa? “Un hombre y una mujer, al parecer amantes, se encuentran muertos en el tren sin signos de violencia”. A primera vista, sus cuerpos enlazados así lo confirmarían. Enseguida, sin embargo, sus identidades alertarían sobre su condición fraternal y durante unos días especularían sobre el tema en la prensa del corazón. Ya daba igual; desde el momento en que él le ofreció hacer el viaje definitivo, “el que nos debe la vida”, ella entendió. Durante unos días han dejado de esconderse, han paseado de la mano y se han mirado a los ojos en plena calle, sintiéndose una pareja como las demás.
Anoche, cuando regresaban a sus vidas, ella agradeció la copa de vino que ambos compartieron.
El amor tirano, siempre termina imponiendo su ley y por seguirlo nos enfrentamos a la condena de los demás e incluso a la muerte. Buena apuesta. Hace tiempo que no te leía, Esther, me alegro de haber coincidido aquí contigo.
Muchas gracias, Elisa. Tú opinión es muy importante para mí. Un abrazo
Con esa copa, saldaron la deuda. Muy buen relato.
Besicos muchos.
Gracias, Nani. Me alegra que te haya gustado.