DIC119. CUENTOS DE NAVIDAD, de Mar González Mena
El día de Navidad, Caperucita Roja va a casa de la abuelita y, en el bosque, descubre a la Bella Durmiente. Se acerca a una charca cercana y besa a una rana para que, convertida en leñador, despierte a la dama. Todos juntos siguen el camino de baldosas amarillas y se encuentran un conejo blanco que les indica que llegan tarde. Apresuran el paso, pero se entretienen jugando con los tres cerditos. A lo lejos se escuchan las doce campanadas. Caperucita se convierte en Campanilla y llega volando a casa de la abuela que la espera jugando al mus con media docena de lobos, dos madrastras y la Reina de Corazones.
Así comenzaba, más o menos, la historia que el abuelo Teodoro nos contaba de pequeños tras la cena de Nochebuena. Cada vez cambiaba los cuentos a su antojo sin dejar de mirar la mesa en la que los mayores, juntos por una vez al año, seguían arreglando el mundo entre turrones.
Mar, una delicia tu micro, me ha encantando, te hace volver a la niñez y, me gusta ese final en el que el abuelo, como suele ocurrir en la realidad, es un niño más.
Felices fiestas y suerte con esta preciosa historia.
Que bonito puzzle de clásicos infantiles, tuneados para bien, has montado. Que grande el abuelo Teodoro y esa crítica certera a los mayores. Qué difícil lo va a tener este mes el jurado.
Mar, un micro con mucha ternura y humor gracias a ese abuelo Teodoro que hilvanaba sus cuentos a su manera, sin importarle que encajaran o no. En este relato sí lo hacen y muy bien.
¡Mucha suerte en el concurso y feliz Navidad!
Abrazos.
Y supongo que a la mesa de los mayores se sentaban la Bella y la Bestia.
Me pido tu cuento para siempre jamás, muchas gracias por este regalo de Nochebuena y un abrazo navideño.
Gracias a todos por vuestros comentarios. Me alegra que os gusten los cuentos y este cuento entrelazado. Feliz Navidad!!!
Mar, felices fiestas y suerte.
Entrañable!!! Suerye y saludos.
¿Sabes Puck? Cuando mi hija era pequeñita me gustaba mezclar cuentos, por las noches cuando la llevaba a la cama y me pedía alguno, a la pobre le metía cada rollo que no veas, incluso buscábamos ingredientes para las tramas y poder tergiversarlos aún más. Recuerdo haber escrito una rocambolesca historia parecida.
Suerte y felice fiestas.
Un abrazo.
Qué sería del mundo sin los abuelos? Lástima que en esta sociedad nuestra, la ancianidad no sea un valor añadido, lástima.
Un abrazo, Mar,
Me encanta esta mezcla de cuentos clásicos que has hecho, Mar. Y aún me gusta más ese abuelo que lo cuenta sin olvidar mirar a esos «mayores» arreglamundos.
Suerte
Besitos