DIC126. CUENTO POR NAVIDAD, de Anna Lopez
Era un veintidós de diciembre. La cantinela del sorteo acompañaba nuestros movimientos por la fábrica, pero nadie esperaba que le tocase, ni siquiera un pellizco. Cuando nos entregaron los paquetes, la perplejidad se pintó en nuestros rostros y corrimos en busca del viejo Martín, el único que había visto, alguna vez, uno de aquellos.
Los ojos del viejo brillaban. Antiguamente cuando llegaba la Navidad —nos explicó —, las empresas obsequiaban a sus empleados con una de aquellas patas de cuadrúpedo que Martín llamaba jamones. Otras veces, el regalo era un surtido de viandas y bebidas alcohólicas, conocido con el extraño nombre de “lote”. Y había también, decía con voz trémula, una cosa llamada “paga extra”.
En este punto la historia de Martín se había convertido en un cuento lleno de fantasía y, aunque por educación nadie se atrevió a contradecirle, poco a poco fuimos retomando nuestras tareas y lo dejamos allí solo, hablando de “cenas de empresa” y regalos del “amigo invisible”.
“Se le ha ido la pinza”, murmuraban los más jóvenes entre risas. Y agarrando cada uno una paletilla, punteaban un imaginario solo de guitarra.
Y si no le sacaban ninguna nota musical siempre podrían utilizarlo como raqueta para jugar al tenis o al frontón. Relato futurista. Vivir para ver. Simpático e ingenioso. Suerte Anna.
Bon Nadal.
Gracias Rafa. Si, si, lo de la raqueta tambien lo pensaron, pero por lo visto les iba más la música que el deporte.
Saludos,
Bon Nadal
Anna, irónico y divertido. Por desgracia no tan futurista. Abrazos y felices fiestas
Me has pillado Ana. He de confesar que fueron justamente esos jamones los que me inspiraron la idea.
Gracias por tu cometario y Feliz Navidad a ti también.
En efecto Salvador, no es tan futurista como pudiera parecer, pero me alegro que por lo menos te haya parecido divertido. Gracias y Felices Fiestas a ti también.
Me gusta mucho como has retratado al viejo Martín. La verdad es que algo así nos parece imposible hoy día, pero yo creo que no lo es tanto. Por desgracia no lo es tanto. Estamos en un camino que no sabemos a donde nos va a llevar. Abracísimos, Anna, y Feliz Vanidad.
Muchas gracias Barlon. El viejo Martín ha tenido mucha suerte. Hoy le he visto en el parque jugando con su nieta y nos ha deseado unas Felices Navidades a todos los entecianos.
Un abrazo y Feliz Vanidad a ti también.
Ingenioso y muy bien narrado. Y como bien dicen arriba no tan futurista lamentablemente. Me ha gustado. Un abrazo Anna.
Muchas gracias Concha. Piensa que los jóvenes de mi cuento no creen las historias de Martín, pero al final cada uno de llos se lleva una paletilla a casa. Aún hay espacio para la esperanza.
Felices Fiestas
Anna, muy buen relato. Creo de toda sinceridad que no está lejos de está la cosas como en tu relato. Felices fiestas, Sotirios.
Muchas gracias sotirios. Vamos camino de ello, pero yo espero que entre todos lo evitemos. Felices Fiestas a ti tambien.
Oye, si al final será verdad lo de la recuperación y algún día volverán las paletillas… Esperemos que sea antes de que a los más jóvenes se les olvide lo que es un «paquete» de Navidad.
Muy bueno, Anna.
¡Suerte y un besazo!
Muchas gracias Luis Miguel. Esperemos, esperemos que lo de las paletillas y otras cosas no acaben siendo «batallitas del abuelo».
Mucha suerte a ti tambien y Felices Fiestas.
Ojalá aunque por desgracia eso yo está pasando. En mi empresa regalaban relojes a los jubilados, agendas grandes y pequeñaS y ofrecían una copa por Navidad a los empleados. Ahora todo eso se lo ha llevado la crisis. Y muy de cuando en cuando de ve una cesta para los supejefazos. Eso que no falte…
Si que lo siento Gloria. Es una pena que los «superjefazos» tengan tan poca vergüenza. Aunque era de esperar ¿no?
En fin, Felices Fiestas. Espero que en ausencia de la cesta te haya llegado, al menos, un pellizco de lotería.
Un abrazo y gracias por pasarte a comentar
Anna, me gusta el relato. Navidades llenas de aguinaldos y espíritu de compartir, aunque fuera un dulce.
Abrazos.
Muchas gracias María. Me alegra que te haya gustado, a pesar del saborcillo agridulce del relato. Por suerte, yo creo, la mayoría sigue teniendo ese espíritu de compartir del que hablas.
Felices Fiestas para ti también.