DIC135. GRUPITO DE LA SUERTE, de Manoli Asenjo Ferrer
—¡Estoy emocionada! —exclamó una
—Sí, sí, hoy es un día tan especial… —suspiró otra
—¡Yupi! ¡Qué sitio tan bonito! —saltaron jaleando las cuatro pequeñajas
—Vamos, vamos, ¡formalidad! —la mayor
—Hoy asistimos al primer día del resto de nuestra vida —la filósofa
—Pero ¡cállate tía! Qué asco, puaf, pedazo de cursi —la chabacana, muy arrugada, sin maquillar sus pecas marrones.
El resto contemplaba extasiado la belleza de los platos, el brillo de las copas, los colores de las flores, la elegancia de las velas… Tanto lujo a su alrededor.
Apenas se oyó una tímida voz al fondo:
—¿Qué hacemos aquí? No sé, no me gusta. Tengo un mal presentimiento —temblaba —algo horrible va a suceder cuando suene el gong…
Todas giraron clavando una mirada asesina en la aguafiestas de su hermana, la “intuitiva”.
Papá se burló de mí cuando un día le conté cómo oía hablar a las cosas. Y nunca comprendió que, desde aquel las Navidades de mis ocho años, me negara a comer las uvas. Pronto perdí mis facultades, pero aun hoy, a mis treinta años y pese al disgusto de todos, sigo acostándome antes de las doce cada 31 de Diciembre.
Un poder y una mirada muy especial, o un oído. Me ha gustado tu manera de relatarlo, con diálogos muy acertados y con descripciones muy coloristas,
Suerte, y bueno, en Italia se comen lentejas. No te acuestes tan pronto 🙂
Suerte.
Original y divertido relato, Manoli. Nunca imaginé un diálogo entre uvas, ni siquiera ponerme en su lugar. Genial de verdad. Suerte.
Pues tengo un par de amigos que en Nochevieja comen trocitos de turrón y no prueban las uvas. Algo era ello!!!
Un relato fantástico, en todos los sentidos. Bendita imaginación.
Muy original e ingenioso el relato de las uvas parlanchinas, Manoli, y sorprendente el final. Yo también tengo gente muy cercana que nunca comen las uvas, ya les preguntaré si es que ellos también oyen voces 🙂
Muchísimas gracias a todos por vuestros comentarios. Me alegro que os haya gustado. FELIZ AÑO NUEVO -yo sí me las como, je je-
Jijiji. Pobres uvitas! Muy bueno! Me gusta mucho. Lula 😉
Ahora entiendo por qué nunca pude terminarme las uvas al dar las doce campanadas.
Una delicia leerte, Manoli.
Maria Pilar Gonzalo
Un relato, distinto, que requiere de la segunda lectura para degustar las uvas. Este relato debe estar en el libro, cerrando, él último, como las doce uvas. Felicidades por esa imaginación. Me encantan esas «pecas marrones» y cómo has caracterizado a las diferentes personalizaciones.
MUy bonito relato. Me gusta personalizar las cosas.
Suerte y felices fiestas.
Besicos muchos.
Ya te dije que me gustaba Manoli, es un relato muy bueno e imaginativo. ¡Suerte!
Feliz año a ti también
Mar