DIC79. BENDITO INVIERNO, de Mercedes Solsona Guillén
Aquella navidad, de niño de disciplina distraída y arraigo olvidado, sería como todas las demás, estaba seguro. Como siempre, mi padre me recogió tarde del internado, como siempre, el último.
Me pegué horas sentado en la portería junto al padre Jesús, esperando que el Renault ocho de color amarillo, asomara el morro por el camino de hormigón. Mientras, mis pupilas se dilataban como las de un gato al acecho en plena oscuridad.
Llegamos a casa tarde, mi abuelo Antonio, alcohólico y pendenciero, estaba esperándome muy alegre, me sonrió con dulzura y me tendió una mano áspera y llena de arrugas. Luego, un abrazo descolorido de mi madre y una cena como la de todos los días, verdura y algo de pescado.
Hasta ese momento, nada me hacía sospechar el regalo tan maravilloso que me iban a poner los Reyes Magos.
El cinco de enero por la tarde, sonó el teléfono, mi madre disgustada nos daba la terrible noticia.
– Dicen en el colegio del chico que se han helado las tuberías y que hay una gran avería…
La naturaleza había sido generosa conmigo: “un gran reventón”
Hasta nuevo aviso, no podían llevarme a la escuela de curas.
Con que realismo dibujas «esas otras navidades» que adolecen de brillo y se conforman con regalos como el que describes.
Me ha gustado ese abrazo descolorido de la madre y ese R-8…, y la cena sencilla e igual a la de cualquier noche.
Felicidades Mer tu historia mete al lector dentro de ella y, eso no siempre es fácil.
Un abrazo y suerte.
Muchas gracias Yolanda, tus palabras son simpre muy agradecidas. Existen tantas familias en las que la Navidad no es más que otra época del año. Un abrazo.
Relato contado con sencillez y mucho sentimiento.
Me apunto a lo dicho por Yolanda…,tus descripciones hacen meterse al lector en la piel de ese niño y a alegrarte cuando se cumple su deseo.
Felicidades y suerte por esta buena historia.
Como la vida misma… Hay tantas navidades diferentes, tantos sentimientos encontrados en la cabeza de un niño… Gracias y un abrazo.
La fuerza de tu relato está, para mí, en ese contraste del regreso a una casa donde el padre no tiene prisa en ir a por el chico, el abuelo es alcohólico y la madre da abrazos descoloridos (muy bueno), y aún así, ese ambiente de pobreza y miseria es preferible al cobijo del internado. Detalles como la marca y el color del coche hacen más creíble el relato. Venga, que tengas suerte.
Muchas gracias Ximens, me encanta que te hayas asomado a mi ventana. Me gustan mucho tus cuentos y tus letras. Un abrazo.
A veces se está mejor en un inhóspito lugar, por escapar de uno aún peor. Me gusta.
Recibe mis saludos.
Muchas gracias A.del Rincón. Gracias por tu tiempo y tus comentario. Un abrazo