DIC82. FINAL DE TRAYECTO, de Marta López Cuartero
Al despertar metí la mano agarrotada por la artrosis debajo de la almohada y palpé. Ahí estaba, otra pieza más del tren y así desde hace setenta años.
Aquella Navidad, de niño, encontré el primer vagón y no llegué a adivinar quién me lo había regalado ¡ingenioso truco! pensé. Con el paso de los años dejé de preguntar. Railes, puentes, curvas, vagones de pasajeros o cargados con carbón, troncos o con sacos de harina y arroz.
Despacio, me incorporé e intuí en mis dedos una forma distinta. Encendí la lamparilla. La locomotora de vapor, la última pieza.
La última pieza del juego llegó a sus ancianas manos… ¿Será entonces su última navidad?… Puede que así sea, puede que no. Es un final abierto a mejores raciocinios que el mío. Prefiero pensar, si acaso la leyenda fuera cierta “Que solo los niños buenos reciben un obsequio en la noche de navidad”, este niño de 70 años, envejecido en el cuerpo pero no en el alma, ni en el corazón, encontró en ello la razón de sus 70 encuentros con la magia de la Navidad.
Una historia muy bella, que muestra la ternura de un anciano, en una fiesta donde los viejos suelen ser olvidados y los niños son los centros de la alegría.
Muy bonito, original, bien relatado, me gustó.
¡Saludos!
Tuvo la paciencia de vivir para completar el tren, o todas las otras piezas eran más económicas, o lo bueno se hace esperar, o…
no se me ocurre más, pero me gusta ese cuento al revés con ese principio tan táctil y descriptivo.Saludos y suerte.
A mí me gusta, lo que me parece una p….. es que tenga que esperar a los 70 para conseguir la máquina, ¿qué tiraba del tren los 69 años anteriores? Un niño grande, próximo a su fin. Un abrazo y muchísima suerte.
Bonito cuento muy bien narrado…aunque pobre!!! tener que esperar 70 años para completarlo y poder usarlo.
Saludos, Blanca
Me gusta mucho la imagen que has pintado, aunque me parece tremendamente triste que sobre esa bonita y esperada locomotora recaiga semejante misión… Un abrazo y suerte
Un cuento mágico y con varias interpretaciones. Para mí que este personaje se hace él mismo los regalos desde que era niño y claro, tiene que mantener viva la ilusión y por eso la locomotora llega cuando ya ve que se muere.
Un abrazo.
Muchas gracias por pararos en esta historia y comentarla. Mantener la ilusión, ser siempre niños, tren de la vida, alma de Navidad, es esa un poco la historia. Y sí, él ya intuye que pocas Navidades más podrá disfrutar. Un besazo.
Yo no sé quién le hace los regalos a tu personaje, Marta, sólo sé que cuando he leído lo de la locomotora y lo he asociado con el título me ha dado un escalofrío. Me parece un relato muy bueno. Enhorabuena.
Muchas gracias por tus comentarios al microcuento. Hay un poco de metáfora en esos regalos que encuentra cada Navidad. Un abrazo
Buen relato, entrañable y navideño, no me ha parecido en absoluto triste, y también soy de la opinión de que es como cierto compañero de trabajo que tengo, un coleccionista empedernido que se autoregalaba las piezas, o bien que tenía a la familia perfectamente aleccionada. Suerte.
Interpreto que es una metáfora de la vida, de una vida transcurrida sin perder las ilusiones. Es un relato distinto y por ello mi aplauso.
Si, Ximens, Ana,es una metáfora de la vida, del paso de los años, de ese tiempo que no para. Siempre me han llenado de ternura las personas mayores, que ven su final, cercano, pero siguen manteniendo la ilusión de vivir. Muchas gracias por para en esta estación a leer y comentar. Un abrazo
Firmo ahora mismo si a esa edad puedo sentir la ilusión de un regalo que siempre espero debajo de mi almohada. Me gusta.
Recibe mis saludos.
¡Si, si envidiable y del todo recomendable a cualquier edad! Gracias por comentar. Un fuerte abrazo
Un relato muy bueno, original y simbólico – el tren de la vida ya está completo. Suerte.