DIC89. AMARGA NAVIDAD, de Francisco Javier Alfaro Martínez
Aquella navidad, de niño, se le abrió abruptamente ese mundo entre fantasía y realidad. Refugiado en su habitación en medio de una densa oscuridad que le cubría en todas direcciones, intentaba aislarse de todo lo que en ese momento dañaba su corazón, Ahí estaba, solo, desgarrándose por dentro de manera silenciosa y triste. De alguna forma toda imagen; su madre, el hombre, el árbol, absolutamente todo parecía carente de tiempo. Lo que le habían dicho le causaba un enorme dolor atemporal.
Del otro lado de la puerta, golpeaba su madre, gritaba, temiendo por la salud de su hijo que hacia días que no abandona su habitación. Y ahí, sentado frente al retrato de su padre, el niño le respondía con un frió silencio, el mismo que sentía en su alma. Había tenido la mala pasada de decirle al pequeño; que ese hombre que veía recorrer la casa con pasos pesados, mirada perdida y movimientos torpes intentando adornar el árbol navideño, tenía tiempo de estar muerto.
Los fantasmas navideños solo despiertan nuestro intrior, lo que ya somos. Me gustó tu relato. Hay algún punto y coma que yo cambiaría, nada más.
Cuanto dolor en el aislamiento del niño.
Recibe mis saludos.
La frase «tenía tiempo de estar muerto» que cierra el relato no la entiendo. No sé si es que la madre está ahora con otro, que no acepta el chico. En fin, que me he perdido, problema mío, sin duda.