41. Dionisio y el cañón
Cuentan que hace una veintena de años, en la víspera de la Fiesta del Santo Patrón, Dionisio, un jardinero del Ayuntamiento, cogió tal cogorza que se quedó dormido en el ánima del cañón del paseo marítimo. Al día siguiente nadie se percató, y en las salvas que se hacen a la llegada del Santo, vieron salir disparado al empleado hacia el centro de la bahía. No fueron capaces de recuperar su cadáver.
Meses después, el alcalde inauguró una estatua del malogrado funcionario ataviado con sus utensilios de limpieza, justo al lado del cañón. Curiosamente, y todos los años desde entonces, la estatua desaparece la mañana del día del Santo, sin que se sepa quién y cómo lo hace, despertando las inquietudes de los más supersticiosos del pueblo y atrayendo turistas y suedocientíficos que han tratado en vano de grabar, ver o escuchar el momento en que se produce tan extraño suceso.
Lo suplanto esta noche, aunque aún quedan dos días, para no levantar sospechas y seguir con la tradición. Hace tiempo que el Ayuntamiento me contrató como estatua. Es por eso que libro siempre el día del Santo Patrón.
Vaya. Una historia original y divertida. Te quedas con la duda de si es original o ficticia.Si alguien quiere que lo eleven a la categoría de Santo Patrón, pues ya sabe lo que tiene que hacer (jaja). Saludos, y enhorabuena por tu relato.
Inesperado tu final con ese mimo que da un giro a la historia. ¡Que no harán algunos ayuntamientos por mantener las tradiciones!
Una historia divertida y explicada con gran simpatía. Primero esa restrospectiva y luego ese final con sorpresa que nos deja en sonrisa. Mucha suerte 🙂
Qué giro final más ingenioso. Divertido además.