124. Disfrazados de María.
Me encontré de repente con la casa llena de gente. No los oí llegar. La fiesta de disfraces que había organizado María pintaba bien. Yo no había preparado ningún disfraz; tan solo llevaba un triste antifaz. Mi ceguera me había convertido en una persona bastante huraña. La música sonaba demasiado alta para mi gusto. Quise buscar a María, pero todos llevaban su perfumen, su caro perfumen. ¿Acaso habían entrado al baño y se lo habían arrebatado? Percibí también el tintineo de sus ostentosas joyas. Era como si se las hubieran repartido entre todos. Seguro que la habían maniatado en el sótano y se las habían quitado también. Abrí la puerta que daba acceso a las escaleras del sótano y grité su nombre. Pero nada, María no estaba allí abajo, o por lo menos no estaba allí viva. Me pareció escuchar tras de mí el sonido de sus inconfundibles zapatos de tacón de metal. Pronto me percaté de que era un hombre. Cansado de todo me fui a la cama. Allí había alguien. Estaba inmóvil. ¿Sería María? Llevaba un camisón que no era suyo. ¿Estaría muerta? Por si acaso me di la vuelta e intenté dormir.
Bueno ojos que no ven..ya se sabe.
Bueno, pues terminemos la frase, … corazón que siente 😀
Un saludo
Me da Enrique, que este personaje no disfrutó mucho de la fiesta, vamos que casi ni se enteró de ella.
Y lo pero, parece que tampoco tenía muchas ganas de carnaval, quizás le atrae más contarnos lo que sentía a su alrededor.
me he sentido cercano a él en su ceguera.Bien descrita y con acción.
Abrazos y suerte
No disfrutó porque no quiso, porque la última sorpresa que tenía en la cama la desperdició.
Saludos
Hola Henry, desconcertada me encuentro. Todo bastante visual a pesar de la ceguera, pero que se ponga a dormir después de todo. ¡lo matooooo o te matoooo! ¡Cómo te has quedado conmigo, jopeeee!!!
Suerte.
Besicos muchos.
Igual no tenía sueño este tipo tan extraño. 😀
Besos
Esto creo que solo son paranoias del ciego, aunque nunca lo sabremos.
Un saludo
El ciego me parece que es un poco asocial y que utiliza sus paranoias para no participar en la fiesta. Normal que ella no pare de darle esquinazo con uno y con otro, dejando a su paso un rastro de perfume que desorienta a su perseguidor. Cuando al fin cae rendida en el lecho, el obsesivo ciego no sabe aprovechar la ocasión. No hay peor ciego que el que no quiere ver.
O ¿igual he visto visiones?
Suerte y saludos
Hola,
Tienes toda la razón del mundo, este ciego es doblemente ciego 😀
Saludos
Un ciego en una fiesta de disfraces, algo paranoico, se retrae de participar con la obsesión de buscar a María. Y lo mejor… se da la vuelta en la cama por si acaso está junto a él ,la muerta. ¡Madre mía henry! menuda película que has narrado en doscientas palabras.
Felicidades por la historia. Lo que más me gusta son las sensaciones que siente alguien que no puede ver. Un besazo y mucha suerte.
Este tío lo que pasa es que no sabe estar sin ella. Como si fuera una perrita guía…
Besos