39. Distopía 210120 (Luisa Hurtado)
No era caro, esa es la verdad, pero era preciso tener tiempo para especificar punto por punto todo lo que se deseaba.
Había que responder a los cuestionarios que superaban el centenar de preguntas, hablar y pasar el examen de los psicólogos, torear a los insaciables comerciales que durante todo el proceso permanecían a tu lado, ver millares de fotos para atar bien todos los cabos. Tanto era así que no pocos clientes se perdían en el proceso y no podían, transcurridos algunos días, concretar qué habían pedido, qué pagaban o en qué acabaría todo aquello.
Una vez que se tenía la lista completa de especificaciones, la oficina estética solo tenía que programarlo y tenerlo listo para la última cita, en la que el cliente convenientemente sedado y anestesiado era internado en la cápsula que hacía la operación, operación de la que salía por su propio pie, con otro cuerpo y otro rostro, listo para integrarse en esa sociedad en que la belleza se había democratizado, con un cuerpo muy parecido al de millones, indistinguible incluso, pero bello y grácil,
Resulta difícil imaginar si en una sociedad así, en lo que todos sus integrantes son bellos en extremo, hay alguien que en realidad lo sea. Sería algo parecido a que cada individuo estuviese uniformado. Puede que, en ese caso, la belleza perdiera su razón de ser, ya que nadie destacaría. Una sociedad de clones ha de ser algo muy aburrido. La personalidad pasaría a un segundo plano, la que hace que aparentes defectos se conviertan en señas de identidad, parte de los signos que hacen únicas a las personas. También puede que tuviera su lado bueno, tal vez, por fin, sería un mundo que se acercase a eso que llaman la plena igualdad. No obstante, con tu magnífica descripción, visualizamos un futuro con cuerpos perfectos, pero eso tampoco garantizaría la erradicación de las injusticias, eso sí que es ciencia ficción, una quimera inalcanzable. Cultivar, además, tanto la apariencia, no puede ser nada bueno.
Un relato muy interesante, para la reflexión, con unas formas de actuar posibles en un futuro, en una especie quizá demasiado preocupada por no envejecer (parece que es hacia lo que nos dirigimos), como si eso pudiera retrasar o evitar lo que viene después.
Un abrazo y suerte, Luisa
Recuerda a un mundo feliz, asusta una realidad así. Muy bueno Luisa, como siempre.
Hola, Luisa.
Creo que la belleza, como todo, necesita un contrapunto, me refiero a eso del famoso yin y yang. Sin ese contrapeso, esa sociedad basada solo en el canon de lo físicamente bello resulta lo que anuncias en el título. El código 210120, me hace pensar que el relato trata de teorizar que algun@s podrían estar viviendo inmersos en esa distopía sin tan siquiera saberlo.
Cálidos saludos.
Un relato de ciencia ficción, pero también de la realidad. Ya estamos viendo a nuestro alrededor esas bellezas cortadas por el mismo patrón, como caretas fabricadas en serie. Enhorabuena por esa perspectiva tan original del tema y mucha suerte, Luisa. Besos.
Asombrosa relato que refleja un futuro al que ya empieza a parecerse en cierto modo nuestro presente. Interesante apuesta la que haces esta vez en tono de ciencia ficción. Mucha suerte, Luisa