18. Divino marginal (Javier Igarreta)
Convencido de que conocerse a sí mismo podía resultar tan duro como la piedra del frontispicio del templo de Delfos, se sentó al borde del camino para ver pasar a la gente. Tal vez podría encontrar en los demás las claves de su propio carácter. Pronto se sintió sobrepasado por el discurso cansino de los pregoneros del constante fluir. Aquello era un no parar. Los traficantes de ideas peregrinas, siempre dialogantes y atrapados en su caverna, le sacaban de quicio. Lejos de ladrarles a la cara las verdades del barquero, los ahuyentaba con gestos obscenos. Pero los que realmente agotaban su paciencia eran aquellos patéticos correveidiles que andaban por el ágora, enzarzados en peroratas interminables. Total para acabar en sistemáticas reducciones al absurdo. O en un círculo vicioso. Él se mofaba de sus verborreicas divagaciones, aunque no podía permitirse el lujo de hacer ascos a sus dádivas. Siempre con el gesto compungido del que acepta lo inevitable.
Al caer la noche daba gracias al Olimpo. Los dioses, con su mítica manga ancha, celebraban que pudiera ponerse a su altura. Y crear escuela.
Um relato muy trabajado, bien elaborado y documentado, con un gran trasfondo filosófico detrás y la inquietud vital de su protagonista, con sus preguntas existenciales. Abrirse a escuchar a otros enriquece. Al final, con humildad, se muestra dispuesto a hallar su propio camino personalizado, convencido de que pueda acercarle a encontrarse a sí mismo, a trascenderse, a lo divino.
Un abrazo y suerte, Javier.
Muchas gracias por tu comentario. Parece probable que de tanto escuchar a los demás se aprenda a discernir, en suma a tener criterio. Lo de acercarse a lo divino ya es harina de otro costal. Un abrazo, Ángel.
Sí, como dice Ángel quizás la clave la encuentre en observarse a sí mismo, como ser único que es y olvidarse de lo que predican los demás que puede no tener nada que ver con él. Un fuerte abrazo, Javier
Seguramente sea como dices, la introspección como método del propio conocimiento. Lo difícil es alcanzar el estado adecuado.
Muchas gracias por comentar mi relato, Gloria. Un abrazo.
Magnífico relato, excelentemente escrito en el que se une lo más grandioso de la divinidad con lo más humilde y aparentmente mísero del ser humano.
Muy bueno.
Suerte, Javier.
Muchas gracias Rafa, por comentar este relato. Me alegro de que te haya gustado. Al fin y al cabo, esa es una de las razones por las que escribimos. Un fuerte abrazo.
Enfrentarse a uno mismo es un camino que dura toda la vida, y no hace mal en fijarse en otros aunque lo veo con muchos prejuicios sobre el personal que va apareciendo ante él. Esa crítica parece que le aporta lo justo para verse recompensado por los dioses y para encontrarse poco a poco. Lo de la escuela nos quedamos con ganas de sabr cómo funcionó. Suerte Javier
Tienes razón, Manuel. El camino es largo y la vida corta. Es difícil elegir lo importante, entre lo mucho que se oye.Las escuelas,ya se sabe, entre heterodoxos y versos sueltos suelen quedar en agua de borrajas.
Muchas gracias por tu comentario. Un abrazo