DL01. CIEN AÑOS DE SOLEDAD
Mi abuela nació el 23 de abril de 1914. Una sonrisa y enormes ganas de vivir la acompañaron durante toda su vida, a pesar de soledades y tristezas. Nunca he conocido a nadie más feliz.
Conoció a mi abuelo en 1936, al inicio de la guerra. Él era comerciante de paños de Béjar, mi abuela trabajaba en una tienda del paseo de Pereda. Como no pudo volver a su pueblo, se alojó en casa de mi abuela… Se casaron a los seis meses.
Mi madre nació en septiembre de 1939, cuando Franco derogó la ley del divorcio aprobada durante la República. Con lágrimas en los ojos, mi abuelo confesó que lo esperaba otra mujer en Béjar, amor fallido que ahora se tornaba en obligado. De la noche a la mañana, mi abuela pasó a ser madre soltera, y mi madre, una bastarda.
No se volvieron a ver, aunque él pasó una pensión hasta que el nacimiento de un nuevo hijo salmantino, fruto de rezos y frustraciones, le impidió cumplir con lo prometido. Demasiados gastos.
Mi abuela nunca perdió la sonrisa. Sacó a mi madre adelante, sola y con dignidad. Ahora cumpliría cien años. De soledad.
Impactante final para una biografía de soledad.
Estos cien años de soledad si que me gustan. Mucho más que los otros, ¡ande va a pará!
Abrazo
Toda una vida en menos de 200 palabras. Empieza y termina sonriendo, así que sería una vida feliz y bien llevada junto a su hija.
En tantos años cuanta soledad. Toda una vida en este relato
Bonitos 100 años de soledad, preciosa historia.
Una historia que parece historia real. Sea como sea es muy didáctica, pulcra y con un final muy evocador y bien traído. Felicidades y abrazo.
Muy bien contada. Buen paralelismo con el título de Gabo.
Muchas gracias por todos los comentarios, Lorenzo, Aurora, Susana, Calamanda, Blanca, Antonia y María Jesús. Me alegro de que os haya gustado.
Ha sido un ejercicio muy bonito, este JAMS es una máquina.
Ah, y no os preocupéis: toda la historia es pura ficción, creada expresamente para este juego de ENTC.
La historia desprende mucho sabor a realidad, seguro que hubo casos parecidos a montones. Muy bien narrado. Bravo por esa abuela coraje y un beso, Fernando.