DL17. COMO AGUA PARA CHOCOLATE
Lo descubrí desde lejos y fui aminorando la marcha. Andaba con paso cansado, zigzagueando por medio de la carretera. Frené a escasos treinta metros, justo en el momento que él caía de costado al suelo.
Un poco remisa me acerqué. Él abrió los ojos y me dedicó una mirada inundada en lágrimas. Le ayudé a incorporarse y lo llevé al coche. Le di agua y permití que reposara en el asiento trasero.
Respiraba con dificultad, así que me desvié y en el primer pueblo que encontré lo llevé a que lo viera un especialista.
A causa de su delgadez se le notaban las costillas y tenía heridas en sus dedos.
Enseguida le inyectaron suero, pues estaba deshidratado. Y a continuación desinfectaron sus heridas y vendaron sus patas.
El veterinario dio con el chip y supimos que su amo lo buscaba hacía más de tres meses. Le llamamos y quedó en que vendría a recoger a su labrador al día siguiente.
Fue emotivo el encuentro de Chocolate con su dueño.
A veces llamaba para interesarme por su recuperación; otras era su dueño quien lo traía para hacerme una visita.
Ha surgido algo bonito, que muy felices, compartimos con nuestro Cupido particular.
El amor por los animales, cuando es compartido une mucho.
Un final feliz para el perro que por desgracia no suele ser habitual en la vida real.
Calamanda y Susana
Gracias por vuestros comentarios.
Me encantan los animales. Chocolate me venía fenomenal para nombre de un perro.
Abrazos
Es una historia muy bonita y muy tierna. Has contado con palabras maestras esa relación y me alegro mucho de su final feliz. Me gusta mucho lo de la mirada, y describes todo muy bien. Felicidades y abrazo.
Gracias por tu comentario Antonia.
Como me gustan tanto los animales no podia darle otro final.
Besos.
El mal es fácil de ejercer,!por eso son pocos los que se complican la vida !.