57. Doce cañones (Asunción Buendía)
Marie observaba a Antoine. Le había visto enmudecer paulatinamente y al mismo ritmo aumentar las arrugas que enmarcaban su frente. Tras tantos años vividos a su lado conocía cada centímetro de su piel y cada sentimiento de su corazón por ello sabía que le ocurría esto cada vez que entregaba un encargo.
No importaba si era una hermosa reja o una simple sartén. Todas las piezas salidas de sus manos, que tenían una inconfundible calidad y delicadeza, eran para él como hijos paridos de sus entrañas.
Los hijos que ella no había podido darle.
Sus manos tan rudas y grandes, dulcificaban y daban vida a los metales.
Si por algún revés del destino él tuviera que elegir entre ella y la fragua, Marie sentía una punzada en su corazón al saber la respuesta. Punzada que se convertía en puñalada certera, cada vez que le veía acariciar el resultado de su último encargo.
Una obra de colosal dimensión y bellísimo conjunto. Doce magníficos cañones, que el mismo Napoleón vendría a recoger.
Pero ¿podría él entregarlos?
Supo la respuesta la madrugada del día señalado. Vio partir al Emperador Napoleón I, al Primer Cuerpo de Caballería, a los doce cañones y… a Antoine.
Qué bonito relato. Desprende tanta dulzura, tanto amor y también tanta angustia que se llega una a poner en la piel de los dos protagonistas. Bravo. Un abrazo.
Gracias Virtudes, me alegro un montón de que te haya parecido dulce e interesante pues así lo quería transmitir.
Un abrazo.
Esta es una historia de amor muy bien contada, por un lado el amor de Marie por Antoine y del otro el de Antoine por su obra. El relato transmite muy bien la tristeza de la protagonista al verle partir, se adivina que será la última vez que le verá. Muy buen relato, me ha gustado mucho, suerte Asun.
Saludos.
Así es Beto, los dos personajes sucumbirán a su amor, ella por su marido y él por su obra.
Gracias por tu lectura y comentario.
Un abrazo.
Bravo Asunción!
Me ha gustado mucho tu relato cargado de tristeza. Menudo revés para tu protagonista al final de sus días.
Te deseo suerte.
Gracias José Ángel, comentarios tan efusivos son una inyección de ánimo.
Me alegro de que te gustara y gracias por tu deseo de suerte.
Un abrazo.
Gracias Ana, me ha ocurrido como en tantas ocasiones, empecé a escribir una historia totalmente distinta a la que resultó finalmente.
Un abrazo.
Pues un relato muy bonito lleno de amores y también tristezas. Y conjugarlo todo con los cañones de por medio y además de una manera tan afinada me parece digo de elogio. Mucha suerte 🙂
Gracias Juan Antonio, me alegro de que así te lo parezca, sobre todo porque últimamente estaba muy desanimada respecto a la escritura.
Un beso, digo dos.
Qué historia tan triste, aunque en realidad estoy pensando que Marie puede armarse de valor y correr tras el amado. Me encantó, como todo lo que escribes, linda! Felicidades!
Tu si que eres linda y preciosa, se ven en tu cariño hacia todos nosotros. Voy rauda y veloz a leer tu apuesta sobre cañones.
Un beso grande, grande.
Hola, Asun.
Has afinado tanto que el resultado no podría ser mejor.
Antonine es un apasionado de su trabajo y lo siento mucho por Marie. Noto un desapego, casi desde el comienzo, del esposo hacia la mujer y, por ese motivo, tu hacedor de cañones no me cae muy bien. Es más, me cae hasta antipático.
Felicidades, Asun y a ver si hay suerte este mes.
Besazos.
Gracias Tow, es verdad que cuesta coger ritmo cuando nos alejamos un poco del ordenador, pero parece que voy volviendo, aunque es un suplicio tener que iniciar y reiniciar a cada momento.
Respecto al relato es cierto, Antoine perdió interés por su esposa a favor de su trabajo, hasta que la abandonó. No es buena cosa, pero ocurre.
Un abarazote
Una bella historia de la Historia. Me ha emocionado el personaje de Antoine. Lo has bordado. Así debían ser los grandes maestros, olvidados.
Me ha gustado
Gracias María Jesús, yo también creo que eran así, hombres austeros y cabales. Solo que este Antoine estaba demsiado centrado en su trabajo y antepuso su obra a su propia esposa.
Un abrazo.
Primero pensaba: ¡Que Marie se haga soldado, o pirata, o cocinera del ejército, y se vaya con él…pero luego he pensado que no se lo merece! Pero sí, qué difícil cuando hay que decidir, cuando se cruzan pasiones
Pues esa es una buena idea, seguro que Marie era capaz de hacerlo, porque desgraciadamente su vida era su marido. Como bien dices las pasiones son difíciles y casi nunca igualadas entre dos personas.
Un abrazo
Bella historia de amor paralela. Marie hacia su amor, llena de ternura y calidez, Antoine hace su obra de metal, más fría por no ser una amante de carne y hueso. Su partida lo dice todo.
Que ella se quede tranquila, no es merecedor de tanta entrega.
Precioso, un beso Asunción.
Gracias Mª Belén, yo tengo el corazón partío entre Antoine y Marie ambos quieren y se entregan e incluso él quiere también a Marie, pero en ese momento de sus vidas las circunstancias imponen su rumbo.
Un abrazo grandote para ti.
Una historia muy real, los artesanos que aman sus creaciones por encima de las relaciones, y los amores celosos que anhelan la exclusividad. El relato me ha gustado mucho por la parte que nos haces pensar, se va con sus cañones, que ya ha adelantado la mujer que son como hijos, y por otro lado el gran problema de la infertilidad. En fin, un buen trabajo, Asun.
Gracias, la vida es dura y complicada siempre, pero en aquella época el problema de no tener descendencia caía como una losa en los matrimonios. Como bien has apreciado y unido a la entrega de él por su trabajo, surgió el dilema que se resuelve con su partida
Encantada de recibir tus comentarios, en este caso mucho más pues te ha gustado.
Besos.
Qué bonita historia. Cierto, los artistas y artesanos crean criaturas que asemejan a esos niños que no tienen.
Un abrazo
Blanca creo que todos los que creamos algo, ya sea un pequeño cuento, como hacemos aquí, lo sentimos como nuestro. En el caso de grandes maestros de su trabajo es natural que se sientan tan unidos a su obra y en este caso el drama personal de la infertilidad desencadenó el triste final.
Un beso.
Para mi Asun, es un relato amargo, el de tantos hombres que culpan a sus mujeres el no haber tenido hijos, cuando el porcentaje es superado por ellos. Ese culto a su obra, ese quedarse con su fragua, ese irse con Napo. Un pedestal para ella, que encima, vive para él.
Un beso
Tienes razón Epifisis, muchas mujeres han cargado con una culpa que no les correspondía. En mi relato no se sabe bien por cual de los dos no llegó esa descendencia. En cualquier caso son cosas que ocurren y no hay culpables.
Por otro lado, está la excesiva dedicación de él a su obra, también muy propio de su época.
Un beso y de nuevo enhorabuena por esa graduación!!!
Mª Asunción, tomas diversos temas y los resuelves con acierto. El final es muy bueno. Suerte y saludos
Gracias Calamanda, encantada de que te haya gustado.
Un abrazo
Mira, Asun… Bueno, no puedes verlo. Es mis brazos con el vello en punta. ¡Vaya historia emocionante! Dramática. Llena de sensibilidad y crudeza. CREAR. has tocado un aspecto del ser humano importantísimo. El hecho de crear y desprenderse de lo creado. Muy bien llevado, Asun. Y el lector no sabe por quién tomar partido: ¿la esposa abandonada? ¿el artesano/artista creador que acompaña a sus «criaturas» en detrimento de su mujer? Un dilema difícil de enjuiciar.
Un abrazooo grande
Amparo tu tampoco puedes verme, es que también me dejas medio emocionada con tu comentario. Me encanta que te haya gustado. En el relato el amor por lo creado está llevado al extremo y a pesar de eso lo comprendemos. Como también comprendemos la desolación de ella.
Muchas gracias por asomarte por aquí y un beso grande, grande.
Llegó en junio, pero llegó. Me gusta mucho el relato. Es difícil separar las obras de los artífices, son quereres diferentes que expresas muy bien en tus «doce cañones».
Felicidades y suerte.
Gracias María, nunca es tarde para leer, yo te lo agradezco infinto.
A ver que nos traen los monstruos.
Un beso