52. DRÍADA
Yo era un chico de ciudad, el típico urbanita. Hasta el verano que pasamos en la casa del pueblo. Nada mejor que hacer que ordeñar las vacas, cosechar berzas del huerto, hacer queso con la abuela y contar los días que faltaban para que esa pesadilla acabara.
Una tarde la conocí mientras paseaba por el bosque y a partir de entonces todo se volvió mágico.
Ella me enseñó a invocar por su nombre a los vientos que bajan del monte, a camuflarme entre los helechos, a seguir el rastro de los lobos por su olor y a entender el idioma de los urogallos.
Desde entonces he regresado cada año. Ella siempre igual de joven y bella. Yo cada vez más viejo y más enamorado. De mi ninfa y de su bosque.
La noticia la escuché por la radio del coche. Cambié el rumbo y conduje desesperado, con las ventanillas cerradas para evitar que entrara el humo que el viento agitaba sobre las copas de los árboles. Las autoridades comunicaron que no había que lamentar víctimas humanas, pero cuando las llamas se retiraron el pueblo entero pudo contemplar, impotente, cómo miles de ninfas agonizaban apoyadas sobre los robles carbonizados.
Sencilla naturalidad en la escritura. Sugerente genialidad en el resultado. Un beso y suerte, Asun.
Muchas gracias, Jesús. Me alegro mucho de que te haya gustado.
Besos.
Un hombre enamorado de una ninfa, para quien no parecen pasar los años, asociada a un árbol, pero tan frágil ante el fuego implacable como su hermano vegetal. Si un incendio no produce víctimas humanas se considera un mal menor y así es, pero la sensación de desesperanza que deja en el ánimo va más allá de unas cuantas cenizas..
Un canto a la naturaleza y a un amor imposible lleno de magia.
Un abrazo y suerte, Asun
Tienes mucha razón, Ángel. El desastre ecológico de los incendios de grandes magnitudes es sobrecogedor, independientemente de que haya o no víctimas humanas. Me entristece que haya personas que no se sientan en la responsabilidad moral de proteger los bosques.
Un beso y gracias por comentar.
Siendo una historia bastante triste por muchos motivos, tiene mucha luz y mucha belleza la manera en que la has expuesto. Enhorabuena. Feliz noche de gran luna.
Tienes razón, es una historia muy triste, Mercedes. Muchas gracias por comentar.
Un abrazo.
Qué relato tan precioso y delicioso, Asun. Me ha dado un pellizquito al corazón de tristeza y también de alegría por tu denuncia de la horrible lacra de los incendios. No sólo es la madera lo que se quema y todos perdemos muchos. Besos y mucha suerte, guapa.
Ese pellizquito lo sentí muy fuerte este verano, con el incendio del coto de Doñana y este otoño con la horrible cadena de incendios en nuestros bosques del norte. Tristeza y rabia de que existan desaprensivos que los provoquen en su propio beneficio. Por mucho que se convierta en algo habitual, no acabo de entenderlo. Y lo peor es que su delito, su crimen contra la vida en muchas ocasiones queda impune.
Un fuerte beso y muchas gracias, capitana.
No se puede describir con más magia y delicadeza la sensación de impotencia y desastre que deja tras de sí la el bosque quemado.
Gracias por tu cariñoso comentario, Edita.
Un abrazo.
Desde los incendios de este verano en Doñana y la angustiosa situación que se vivió en octubre en Galicia y Asturias he estado dándole vueltas a mi intención de escribir sobre ello, y esta convocatoria sobre seres mágicos me ha inspirado. ¿Acaso hay algo más mágico que la propia naturaleza? Me alegro de que te haya gustado, Juan. Lo de aprender la lengua de los urogallos lo podemos solucionar, aún hay dríadas que sobrevivieron a la catástrofe.
Un abrazo y feliz Navidad también para ti.
La sencillez es para mí una virtud indiscutible, y tú la tienes en tu forma de escribir. Aunque sea sobre nifas y hadas. Emotivo relato sobre descubrimientos inolvidables y pérdidas irrecuperables.
¡Enhorabuena!
Coincido plenamente con tu gusto por la sencillez al escribir, de la que tú eres un auténtico experto, Salva. Me alegro de que te haya gustado, compañero.
Un beso.
Asun, que historia tan sencilla y delicada, tan cercana y fantástica, tan dolorosa y bella.
Además, y tal vez intencionadamente (nada se escapa a la sabia pluma del escritor), aparecen representados en tu relato las consecuencias de los terribles incendios…
Mi enhorabuena por tus letras, Asun.
Gracias, Amparo. Me alegro de que hayas sabido captar el horror de los incendios que destruyen la riqueza de la naturaleza, en muchas ocasiones causados por una mano humana (o inhumana, mejor dicho).
Un abrazo.
¡Mágico! Poco más puedo añadir que no hayan comentado los anteriores compañeros. Me ha encantado, Asun, enhorabuena. Ojalá esas ninfas resurjan de las cenizas con más encanto aún del que encandiló a tu protagonista. Un abrazo!
Muchas gracias, Macarena. Seguro que aparecen nuevas ninfas, la naturaleza tiene capacidad de regenerarse. Un abrazo.
En todas las convocatorias de esta casa hay una perla: un cuento sencillo, sin artificios, pero que llega al corazón. Aunque llevo pocos leídos, creo que ya he encontrado la perla de este bimestre.
Enhorabuena.
Suerte y abrazos,
Tu cariñoso comentario sí que me ha llegado al corazón, Anna.
Un beso y mil gracias.
¡Qué poético y qué triste! Me ha gustado cómo nos llevas a ese final que presentimos fatal. Con esa dulzura propia de los seres mágicos. ¡Suerte!
Me alegro mucho de que te haya gustado, Patricia.
Muchas gracias por comentar. Un abrazo.
Víctimas de nuestros incendios, como quizás algunos enanos y hadas. No quiero ni pensarlo. Es como que estuvieramos quemando la magía, la imaginación, la ilusión
Eso pienso yo, Luisa. Es como si se quemara una parte de nuestro cuerpo.
Un saludo.
«Cuando un monte se quema, algo suyo se quema» Recuerdo este eslogan de cuando la televisión tenía todavía cierta función social. Se queman las plantas y muchos animales, millones de insectos pero, coincido con Luisa, también se quema la magia, se quema la imaginación, se quema la sabia que riega los cuentos. Enhorabuena Asun!!!
Suerte!!!
Bssss!!
Lloro de pena, por los bosques y por todos los seres que los habitan.
Es incomprensible, pero el fuego como herramienta mal utilizada en manos del hombre, arrasa anualmente demasidas hectáreas.
FELIZ AÑO 2018, con esperanza de que este año se queme menos.