55. EFECTO INVERNADERO (Javier Puchades)
Hacía tiempo que la pasión de la primavera dejó de anidar en sus días. La alegría ya no floreció más en su mirada cuando fue cubierta por la grisácea niebla que el olvido ancló en su memoria. Una tempestad de sentimientos anegó sus ganas de vivir. Todas las promesas quedaron sepultadas bajo un lodo de palabras huecas. Un páramo quebró su piel sedienta de caricias. Poco a poco, sus latidos se fueron apagando como el rumor de una tormenta de finales de estío.
Como por una lluvia ácida, su vida quedó marcada para siempre aquella mañana que acabó sola frente al altar.
Dicen que el ser humano tiene una capacidad inmensa para adaptarse y reconstruirse. Pero hay sucesos, como el que tan bien has desgranado al final, capaces de quebrar el ánimo más firme: el rechazo, la vergüenza, la desilusión. pueden producir un efecto devastador, tanto, que con el tiempo se mantenga como una herida siempre abierta, casi imposible de limpiar, pues las emisiones nocivas que la degradan se alimentan cada día, igual que en una atmósfera contaminada que no cesa de recibir sustancias tóxicas por parte de alguien que no sabe o no puede cambiar sus hábitos, renovarse.
Un relato que es una pura metáfora, con la tristeza con una tristeza incontrolable, como un personaje mas que todo lo impregna.
Un abrazo y suerte, Javier
Hola, Ángel, muchas gracias por tu comentario, muy acertado como siempre.
Un abrazo enorme.
Hay vivencias que duelen tanto que se te tatúan a fuego en el alma y que son imposibles de olvidar. Marcan el rumbo de tu vida dirigiendo tus pasos hacia un triste final. Como el de la protagonista de tu relato, que tras ser plantada ante el altar, es incapaz de superarlo.
Javier, me encanta tu precioso relato, lleno de metáforas y de un lirismo que acaricia al mismo tiempo que estremece.
¡Enhorabuena! Te deseo muchísima suerte.
Besos muy muy apretados.
Pilar, muchísimas gracias por tu precioso comentario.
Muchos besos.
Será efecto invernadero o no, pero lo que se siente es mucho frío.
Suerte!
Muchas gracias, Luisa, por tu comentario.
Un saludo.
Tu protagonista es una novia plantada ante el altar, una mujer que se ha hundido en ese páramo de soledad que tan bien describes con bellas y tristes imágenes, desde la oscura «grisácea niebla» hasta la corrosiva «lluvia ácida», acorde con la laca sobre el cabello que nos muestra la fotografía.
Una propuesta muy bien construida en su lirismo, Javier. Suerte y besos.
Muchísimas gracias por tu comentario,Carmen.
Besos.