59. El cambio y las cartas
—El plan es sencillo: las cartas boca arriba. Nada de políticas ni rollos —soltó el humo del cigarro como una locomotora al acelerar y barajó las cartas—. Fijate bien, vamos a cambiar miedo (miedo a perder la patria, miedo al extranjero) por odio, ¿te enteras, chaval? —se sirvió más coñac–. Fundaremos una nueva era sin politiqueos baratos: pasaremos a la acción. Me han dicho que vales. Venderemos emociones. Nos votarán con las tripas, no con el cerebro y así lograremos el poder —dejó el mazo de cartas en el centro del tapete con violencia. Entonces colocó un revólver junto a los naipes. El silencio llenó la habitación igual que el aire de un globo a punto de reventar—. Es hora de crear inseguridad —anunció. La sonrisa se le partió al mirar a los ojos del joven y calibrar su reacción frente al arma, pero la retiró veloz como un pacífico tahúr—. Ahora son otros tiempos. Solo requerimos tu arte en el manejo de nuestras redes sociales. Necesitamos miedo y odio. Puedes empezar a sembrar. ¡Comienza la partida!
Dicen que el miedo guarda la vida, pero una cosa es una reacción para sobrevivir, y otra hacer un uso perverso de algo natural y transformar la vida en muerte, mediante un giro desprovisto de racionalidad, pero así funcionan algunas mentes, por desgracia, con la derivada de que unos pocos, que se creen elegidos o iluminados, pueden hacer mucho daño a muchos.
Un relato que bucea en el cerebro de sujetos que, muchas veces, nos preguntamos qué es lo que pasará por su cabeza para actuar de forma tan fanática y abominable.
Un abrazo y suerte, Mikel