43. El carca de Noé
No quería engendros. Se negó a admitir mezclas de animales y tampoco permitió aberraciones devueltas a la vida artificialmente. Ni dinosaurios, ni dodo, ni bichos recauchutados genéticamente. Los muertos están muertos, y esto iba de salvar a los vivos.
Le había llevado años preparar la nave, pero todo estaba listo. Justo a tiempo para huir de la canícula definitiva. El desierto se apoderaría del planeta y él salvaría de nuevo a todas las especies cuando eso ocurriese.
Dejó para el final la elección de la hembra humana. Buscó un ejemplar joven y en buena salud. Además, como representante macho de la especie, escogió a su gusto. 18 años, ojos claros, delgadita pero con curvas y una sonrisa cautivadora.
Una vez concluida la selección, y antes de que el calor apretara mortalmente, la enorme máquina despegó sin problemas y partió hacia el espacio en busca de un nuevo lugar habitable.
Tres días tardó en devolver su pareja a la Tierra. Reguetón non stop, pereza, caprichos y postureo permanentes acabaron por trastornarle y hacerle comprender que la especie humana no merecía continuar.