54. El círculo (Pablo Núñez)
Francisco nació con una meta en sus genes: ser único. Pronto empezó a dar muestras de su talento, creando una excelente sonata para piano con tan solo seis años. Lástima que aquella pieza, que jamás había escuchado, ya había sido escrita por Mozart, doscientos años antes. Abandonó la música para dedicarse a la pintura y en su primer cuadro plasmó, con una espectacular fuerza, unos girasoles que, desgraciadamente, eran idénticos a los de Van Gogh.
Para no reincidir en el plagio involuntario, quiso volcar las últimas luces de su ingenio en algo tan novedoso como el cómic, dibujando unos personajes que, por su originalidad y estilo, nadie hubiese imaginado antes. Cuando llegó a los estudios de una famosa editorial y enseñó sus viñetas, el director creyó ser víctima de una broma pesada al ver reproducida la primera aventura completa de Tintín.
Abatido por el fracaso, acudió a un hipnotizador para que limpiara de sus recuerdos todo lo que había realizado. En el proceso, fueron desapareciendo de su memoria la música, la pintura, el cómic, e incluso el motivo por el que recurrió al olvido. Al día siguiente, se puso a componer una sonata que, estaba seguro, iba a ser única.
Pablo, me encanta esa idea, casi surrealista, de un tipo incapaz, involuntariamente, de crear nada que no haya sido ya creado… Es una idea casi diabólica, llena de humor y que has desarrollado a las mil maravillas. ¡Muy bueno!
Cuánto me alegro de que te haya gustado, Salvador.
Hay famosas acusaciones de plagio, como la que le hicieron a Geoge Harrison por «My sweet Lord». El proceso fue así: Una compañía de Nueva York, Bright Tunes, demandó a George Harrison por plagio musical. Durante el juicio, los expertos musicales intentaron explicar que la melodía de «My Sweet Lord» era muy similar a la de «He’s So Fine», compuesta por Ronald Mack y lanzada en 1962 por The Chiffons. Finalmente Harrison fue multado por «plagio inconsciente», potencialmente provocado por un caso de criptomnesia. Esto le vino muy bien la supuesta canción plagiada que pasó desapercibida hasta que apareció la de George Harrison.
No me he inspirado en este caso pero lo he recordado porque viene al caso, aunque aquí, el supuesto plagiador le hizo un gran favor al plagiado.
Un fuerte abrazo y gracias por pasarte por aquí.
Pablo
El problema de tu protagonista parece estar en sus genes más que en su memoria, por lo que parece estar condenado de por vida a girar en ese frustrante círculo. Pradójicamente eso lo convierte de paso en alguien único, acercándolo bastante a su meta, si bien de modo distinto a sus deseos. O no, quién sabe. El tiempo puede hacerle justicia.
Relato redondo donde los haya, Pablo, con un final que invita sutilmente a seguir dando vueltas de por siempre con el personaje.
Enhorabuena, amigo, y mucha suerte con tan original propuesta.
Un fuerte abrazo.
Llevas razón, amigo Enrique. Este artista es único, capaz de escribir una sonata digna de Mozart, pintar como Van Cogh o crear el memorable cómic de Hergê.
Quizá nació tarde. Si lo llega a hacer antes de los tres artistas que nombro arriba, las historia hubiera sido bien distinta.
Mil gracias por tus palabras, Enrique.
Pablo
Es buenísimo, Pablo. Una vez leí que no hay nada nuevo bajo el sol, y todas las cosas o ideas han sido pensadas antes. Tu personaje refleja este hecho a la perfección, tanto que tal vez debiera aprovechar la coyuntura para cambiar de oficio y trabajar de imitador, jaja.
Excelente texto, bien planteado y desarrollado, eso del hipnotizador que le borra hasta el recuerdo del motivo de su consulta es genial. Me ha recordado un cuento de Oscar Wilde sobre la predestinación. Es el destino, sin duda, jaja.
Lo he disfrutado mucho. Enhorabuena.
Manoli, cuando la gente me pregunta que por qué escribo, le digo que porque me gusta, porque necesito liberar ciertas historias y, a partir de ahora, tendré que mostrar tu comentario para sumar que para leer cosas como las que me has puesto, que me han dejado en una nube.
¿Qué decir? Que me encanta todo lo que has puesto y que me alegra que hayas apuntado la idea del hipnotizador, que se me ocurrió a última hora para llevar el relato donde quería: a ese olvidar del olvido.
Un besazo fuerte.
Pablo
¡Un texto muy original! Me ha recordado a mi hijo de 9 años mientras leía un libro de historia de las matemáticas (que son su pasión). Cuando llega al capítulo de Pitágoras, exclama:
—¡Oh, no! No puede ser. ¡Yo lo había descubierto antes!
—¿Antes que Pitágoras?
—No, antes de leer este libro. Hace unos dos años. ¿Te acuerdas de aquella vez que se me ocurrió una secuencia para hallar el cuadrado de los números?
—Sí, claro. La que anotaste un cuaderno.
—¡Sí, esa! Pues mira, según este libro, los Pitagóricos ya la habían descubierto hace 2500 años. Qué decepción…
Enhorabuena por el relato. Un saludo.
Sara, solo puedo decirte que tu hijo es un genio, porque ha resuelto un teorema él solo. Qué ya estaba escrito, ¿y qué? Con 9 años y toda la vida por delante estoy seguro que habrá alguno al que podrá poner su nombre.
Se dice que todo está ya escrito, pero por ahí hay un teorema esperando a ser descubierto por él.
Un beso y gracias por pasarte por aquí.
Pablo
Pablo, simpatica y original historia muy bien contada. Suerte y saludos
Gracias, Calamanda. Siempre intento, aunque muchas veces no lo consigo, que el relato esté medianamente escrito y, al menos, sea original. Así que me llena de alegría tu comentario.
Besos.
Pablo
Está visto que el hipnotizador no pudo no los genes de Francisco. Y tampoco con su perseverancia, jaja.
Me encantan las historias circulares, PABLO, te felicito.
Cariños,
Mariángles
Fe de erratas: al llegar al 2do. «no», léase «CON» 😉
Mil gracias por tu comentario, Mariángeles. Está visto que el hipnotizador no pudo con los genes ni con ese destino circular que le espera.A mí también me gustan los relatos circulares, aunque a veces me quedo solo en el intento y dejo el círculo demasiado abierto 😉 Espero que esta vez lo haya cerrado bien.
Un besazo.
Pablo