41. El corrector
La enfermedad me llegó repentinamente. El médico no me dio muchas esperanzas. Se limitó a aconsejarme que arreglara lo que tuviera que arreglar. Eso hice. Revisé mi testamento e incluso preparé un breve epitafio para ponerlo en mi lápida. También me sentí obligado a avisar a la editorial para que contrataran a otro corrector. Trabajé allí más de treinta años. Corregí, revisé, arreglé la ortografía, la gramática, la sintaxis e incluso el estilo de novelas, cuentos, ensayos. Dejando de lado por una vez mi modestia, puedo decir que la fama literaria de algunos reputados escritores (y escritoras) se debe a las correcciones que hice a sus textos.
Casi no fue una sorpresa que ningún escritor (ni escritora, ay) acudiera a mi entierro: nunca habían soportado mis correcciones. Ya tendrán ocasión de echarme de menos. Sólo espero que no visiten mi tumba porque advertirían la chapuza que el marmolista hizo con la lápida: perpetró dos faltas de ortografía al labrarla. Me mata pensar que nunca podré corregirlas.
Plácido, que ocurrente historia tan bien contada. Suerte y saludos
Buena historia ¡Pobre hombre! Yo también me revolvería en la tumba si me pusieran una falta de ortografía en la lápida. Muy bueno ese «me mata» del final.
Mucha suerte.
Un saludo
Capricho del destino, justo le toco a él, que se muere por corregirlas.
Excelente manera de narrar. Me encantó.
Un abrazo y suerte.
Parafraseando un refrán que tenemos los argentinos, el marmolista borró con el codo lo que el corrector escribió con la mano¡Pobre tipo! Una no sabe si reírse o darle el pésame, literalmente 😉
Muy buen micro, me encantó.
Cariños,
Mariángeles
Esta muy chulo tu micro. Original y con buen ritmo narrativo. Nada que corregir jajaja.
Una sugerencia: lo del lenguaje coeducativo en literatura resulta farragoso.
Personalmente lo dejo para otros entornos.
Saludos y suerte.
Muy original y gracioso. Pobre hombre lo que estará sufriendo con las faltas de ortografia de su propio epitafio.
Un saludo
Qué angustia más eterna… seguro que si dos deseos pudiera, uno sería corregir su epitafio y el otro mandar al marmolista a primaria (por no mandarlo a otro sitio)
Buen relato. Suerte y saludos.
Buen relato con un toque de humor, ese «me mata pensar»…que ironía de la vida, nunca podrá corregir con lo que él disfrutaba durante tantos años haciéndolo.
Un abrazo y suerte Plácido.
Gran relato a costa de ese perfeccionismo que tan bien escribes y describes con la situación y el personaje. Un relato muy redondo. Me ha gustado mucho. Mucha suerte 🙂
Creo que la palabra que mejor define tu relato es sarcasmo, y con eso ya se lleva bastantes puntos. Si le añadimos que es original y bien escrito, la conclusión es que me gustaría verlo en la selección final del mes. Besos y suerte.
…A ver si el marmolista se equivocó a petición de un escritor de los contrariados por tantas correcciones! (sería una buena venganza)
Muy ocurrente.
Saludos!
Carme.
¡Pobre hombre! No va a poder descansar ni en el más allá. Aquí no le dejaban los escritores y allí las faltas de ortografía. Simpático el micro, y muy original.
Enhorabuena.
Muy bueno, Plácido. Me solidarizo con tu personaje, yo tampoco podría yacer bajo una lápida con faltas de ortografía, me vería obligada a resucitar.
Jajaja