78. El creador
Examinó su obra. En un principio, había creído que estaba bien. Sin embargo, algo no terminaba de convencerle. Analizó los personajes que había concebido. Advirtió que eran planos, les faltaba profundidad, no evolucionaban. Supo que, para desarrollar la historia y ganar interés, tendría que introducir algún conflicto. Comenzó a reflexionar. Quizá si salieran de allí, si se enfrentaran al mundo, serían menos aburridos. Pero, ¿cómo hacerlo? Encontró pronto la solución. Introduciría un nuevo personaje, un antagonista. Se acercaría a la mujer. La seduciría y convencería para que arrancara y comiera una fruta del árbol prohibido, para que engañara al hombre.
Le auguro una continuación brillante a esta historia. Y prolífica. Y larga, muy larga.
Como siempre, un placer, Plácido.
Siempre se ha acusado a la pobre Eva de todos los males de la Humanidad, cuando ella no es más que una víctima de ese creador (con acertada minúscula para no dar pistas) a quien se le ocurrió introducir un tercer personaje con el que crear discordia. Así logró, y de qué modo, evitar un argumento plano y aburrido para volverlo agitado, sí, pero también de lo más interesante, como lo es este relato, génesis de todos los que han venido después y no paramos de contar.
Un abrazo, Plácido. Suerte.
El autor plantó la semilla pretendiendo cambiar esa paz impoluta y aburrida, vaya si lo consiguió. Pero como reza Ángel Eva sólo fue victima de las circunstancias. Y tu lo haces de manera genial.
Un abrazo y suerte Plácido.
Tu relato podía servir de introducción a cualquier manual de creación literaria. Ahí están la bases para construir un buen relato. Se podría decir que has empezado por el Génesis.
Suerte y un abrazo.
Plácido, nos dejas un buen final abierto que da para mucho. Suerte y saludos. Felicidades por tus exitos.