16. EL CUENTO DE LA LECHERA (Jesús Alfonso Redondo Lavín)
Hablando conmigo mismo:
─Es una putada. Hacienda se queda con la mitad. Iré al banco a que me asesoren. He oído que puedes compartirlo con la familia; pero hay que declararlo antes de cobrarlo. Con la mitad crearé una fundación para la investigación de los remedios médicos para la neurofibromatosis II. Y eso, ¿Cómo se hace? Tendré que plantear el plan al BBVA o a MAPFRE que son expertos en FUNDACIONES. Luego habrá que encontrar un departamento de investigación que sea responsable y tenga los medios y la gente preparada. Tendremos que controlarlos, claro, que hay mucho fraude también en las fundaciones.
Esto que pienso me pasa todos los sábados. No puedo negar la emoción, aunque también la falta de esperanza que siento. Luego entrego, sin mostrar agitación alguna, el boleto en la oficina y la pantalla digital con sus números verdes responde: 3,95 euros. Y la voz de Isabel, la lotera, desde la otra parte de la ventanilla blindada dice:
─Vaya, esta semana ha habido un poco de suerte. ¿Otros 20 euros a los Euromillones?
—Mis objetivos no los cubriría otra lotería. Ya sabes, los vascos a lo grande.
─¿Con los mismos números, como siempre? ¿Verdad?
─Sí, los mismos, por favor.
Los aficionados a las loterías y juegos de azar tienen algo en común: piensan que les puede tocar, sin querer tener en cuenta el cálculo lógico, real y matemático, de que las posibilidades son ínfimas, pero ellos/as siempre responderán que a quien no juega no le tocará nunca, lo cual también es irrebatible, aunque no garantice nada. Este hombre que tanto calcula, en su ensoñación de cuento de la lechera, si sumase lo que pierde en la inversión vería que es un mal negocio, pero de ilusiones tambien se vive (aunque luego venga la desilusión), y de emociones previas también.
Un abrazo, Jesus, y, más en consonancia con el relato que otras veces: suerte
Tienes toda la razón, pero la gente juega no en términos de posibilidad sino en términos de suerte. Importante, no obsesionarse y caer en la paranoia.
Gracia Ángel, como siempre.
Versión estupenda del cuento de la lechera, con monólogo interior incluido. Y si al final no toca, como siempre, lo importante es tener salud.
Por supuesto, lo importante es la salud y el amor, que dicen que el afortunado en amores es el que nunca gana. Gracias, Edita.
Mi padre decía que jugamos para que otros se hagan ricos. Y yo, que coincido con él, mantengo la ilusión de que alguna vez me toque a mí. Y si no, como dice Edita, que no nos falte salud.
Un abrazo y suerte.
Pienso que es tan probable que me toque la lotería que me premien alguna vez algún relato en este blog. Gracias por comentar.
No me gusta la relación lotería y salud; es un poco engaña inocentes. Me recuerda al enlace ganas de vivir y sofá con una televisión prendida. Sí pero no. Tu escrito, sin embargo, se merece que esa ilusión de cuento se transforme en realidad.
Ya sabes la fábula de la zorra y las uvas. Por eso se dice lo de la salud.
Buena actualización del cuento de la lechera, confieso que lo había elegido también, con orientación, claro.
Que resignación muestra el personaje cuando no gana, es todo un maestro del perder!
Quería decir con otra orientación, claro,
La verdad es que el tema esta vez era un poco complicado. Gracias Rosa.