109. El desafío
Nunca olvidaré aquella camiseta, la que me trajo mi hermana de Londres, con la pantera rosa por delante y en la espalda la frase “To know me, is to love me”, fue un verdadero impacto en el pueblo.
Yo siempre había pasado inadvertido en las pandillas de mi edad. Recién llegado al verano en la villa, todas las chicas me saludaban y besaban sonrientes. La simpatía de la pantera y la curiosidad de conocer el significado de esa frase en mi espalda, supuse que eran los motivos de ese cambio.
Esa noche apareció ella, más atractiva y con más pecho que el año anterior.
—Conocerme es amarme, acepto el reto— me dijo mirándome con picardía. Charlamos entre copas y bailes. Para evitar interrupciones de saludos y alejarnos de miradas poco amigables, ella decidió que fuéramos a su casa. Allí desfiló ante mí con su repertorio de ropa interior sexy, de provocativas trasparencias. Quisimos probar toda la noche nuestras torpezas sexuales. De madrugada una voz nos sorprendió desnudos y un puñetazo me noqueó.
Desperté en el hospital y tras su beso, ella me susurró:
—Si no te asustan los mamporros de mi padre, seguiremos el desafío.
El muchacho de la camiseta acumula en tan solo unas pocas horas dos experiencias que nunca olvidará, muy diferentes una de la otra otra y, sin embargo, unidas como siameses: gozo sensual y dolor físico. El futuro se le presenta con la posibilidad de lo primero, unida con toda probabilidad a lo segundo. Ha aprendido que todo tiene un precio, ahora, como ella le ha dejado bien claro, aunque él también se habrá dado cuenta, debe decidir si está dispuesto a seguir pagándolo, todo un desafío, sin duda.
Un relato sobre acciones y reacciones, decisiones y consecuencias.
Un abrazo, Pablo. Suerte
Experiencias nuevas a raíz de la camiseta, y desafíos iniciados que quizá continuarán. Muchas gracias Ángel por tus magistrales comentarios. Un abrazote
PABLO, qué buen final para esta historia. Suerte y saludos
Muchas gracias Calamanda, por leer y por tu comentario halagador. Saludos