79. El descenso
Aparqué el Nissan de mi hermano y saqué del maletero la bici de montaña. Hacía frío. Durante unos instantes me quedé contemplando el paisaje. Desde allí arriba se veía media provincia. Me coloqué el casco y me subí a la bicicleta. Inicié el descenso. Tardé unos minutos en llegar a la parte asfaltada. Seguí descendiendo. Dejé la carretera comarcal y entré en la N-323. Apenas era media mañana y me sentía descansado. Seguí descendiendo. Llegué a la circunvalación de la capital. Durante unos instantes dudé si dar la vuelta. Calculé que el todoterreno estaba aparcado a unos treinta y cinco kilómetros. Decidí seguir descendiendo. Era medio día cuando la carretera comenzó a serpentear junto a la costa. Cogí un camino de tierra que me llevó a la playa. Detuve la bici en la orilla. El agua mojó la rueda delantera. Di una pedalada y me adentré en el mar. Seguí descendiendo.
Pues a mí me ha parecido que has descrito un descenso apasionante. Uno de esos que no tiene fin. Quien lo pillara.
Suerte Plácido,
Ton.
Me gusta mucho este descenso. Pero mucho, mucho. Quizá me despista un poco que el Nissan sea del hermano.
Felicidades.
¿Es que estaba triste porque su hermano no estaba y por eso descendió tanto que el nivel del mar acabó estando por encima de su cuerpo? Un saludo de agosto y buenas noches.
Tu relato, me ha transportado al fin de la aventura terrenal.
Saludos
Para mi un relato abierto con varias interpretaciones. Por un laso me ha recordado a «Alfonsina y el mar», la historia de un suicidio, pero también el ansia por no parar y seguir hacia adelante sin ver obstaculos.
Un abrazo
Plácido, muy buen ritmo en tu cuento y un final abierto a nuestra imaginacion, buen cuento. Suerte y saludos
Un descenso imparable hasta llegar a la meta propuesta.
Buen relato. Suerte Plácido.
Un descenso no precisamente a los infiernos, de los infiernos se supone que viene tu protagonista y esa es su forma de huir de ellos.