10. EL DÍA MÁS DURO DE DANNA
Había llegado uno de los días más tristes en la vida de Elenne.
Todo estaba preparado; la catedral adornada, más de 350 invitados para la ocasión. El vestido era el secreto mejor guardado y se encontraba bajo llave en uno de los armarios del S.XVI de su abuela. El ramo lo habían elaborado con doce rosas negras escogidas de los jardines de su futura suegra y la peluquería elegida para embellecerla, la de toda la vida de la familia.
Habían ensayado una docena de peinados, pero solo el último le convenció, liso y suelto.
– ¿De verdad estás segura? – Preguntó Danna, su peluquera.
– No tengo otra opción. Sabes que todo esto es por nuestro bien.
– Aún estamos a tiempo de huir, Elenne. – Parecía casi suplicarle.
– Sabes que tengo un deber y sé que algún día me perdonarás pero hoy mi familia ya ha elegido por mi, quieren un heredero para el país.
Elenne se levantó, la besó apasionadamente y despidiéndose de ella con lágrimas en los ojos se dirigió al coche oficial para ir hasta el Palacio Real y proseguir con lo que su familia había decidido para ella sin contar con ella.
Hola, Nicolás. Ese ramo con el simbolismo de las doce rosas negras ya no presagiaba nada bueno. No sabe uno que pensar sobre la forma de actuar de los «afectados» por situaciones similares a la de tu historia. ¿Deberían seguir el camino de la «tradición y el «deber» o dejarse llevar por sus gustos y sus comprensibles deseos de alcanzar la felicidad? Cada caso es un mundo pero lo mejor sería, quizás, como en tantas ocasiones, un término medio. ¡Menos mal que que no me toca a mi decidir nada parecido! Suerte y un saludo.
Triste realidad la de la realeza y en tu relato para más inri,nos dejas el imposible amor de estas dos mujeres. No me gustaría estar en el pellejo de ellas. Suerte Nicolás.
Besicos muchos.