73. El día más feliz de mi vida (Ernesto Ortega)
Todos decían que el día de mi boda sería irrepetible, pero debí pasarme con el champán o escurrirme por un agujero negro o quizás solo hubo un desajuste en la ecuación espacio-tiempo, porque entré en bucle y a la mañana siguiente me desperté en la misma habitación que el día anterior. Condenada a repetir cada paso una y otra vez, me sabía de memoria todas las conversaciones, aguardaba con parsimonia el permiso del sacerdote para que mi novio -ya marido- me besase, me mostraba sorprendida cuando Cristina se alzaba con el ramo y simulaba interés ante los discursos de los padrinos, mientras esperaba resignada que llegase la noche de bodas. Una vez asumí lo aburrida que por repetición puede llegar a ser una vida, decidí improvisar sobre la marcha y lo mismo desconcertaba a los asistentes con un rotundo NO, en lugar del previsible SÍ, que me acababa follando a un camarero -uno diferente cada día, por supuesto- en los baños o me subía a la mesa nupcial y me iba despojando del vestido de novia ante la estrábica mirada de mi suegra. Y todo para lograr que el día de mi boda fuese, de verdad, irrepetible.
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¡Qué bueno, Ernesto! Me encanta este «día de la marmota» versión «irrepetible día de boda».
Mis aplausos.
Y feliz año!
Carme.
Hasta el día más supuestamente feliz puede resultar lo más tedioso de la vida si no es único y nimpara de repetirse. La gracia está en hacer, con los ingredientes conocidos, algo diferente, como tú con tu original relato.
Un abrazo, suerte y feliz 2025, Ernesto.
Si, todo lo que se repite con demasiada frecuencia: una comida, una fiesta, un lo que sea…, termina hartando. Es muy humano.
La boda y todo lo que sucede resulta divertido, aunque no para la novia, ¡menudo tostón!
Original.
Ernesto, me encanta la actitud de esa novia ante su particular «día de la marmota». Una boda diferente cada día, todas irrepetibles y divertidas. Lo que sea por salir de la rutina y disfrutar de la vida.
Un abrazo y feliz 2025.