101. El día que perdí el tren (Barlon Fuente)
El segundo domingo de mes tocaba acercarse a la feria de Cuevamoras. Cogí la bicicleta y me encaminé a la estación. Por el camino me saludó la Manuela, con sus cabellos rizados que parecían una red que secuestrase el alma. No me pude negar a subirla. El amor te hace fuerte, rápido, invencible, pero a fin de cuentas los enamorados pesan igual que los demás, y el dolor de piernas silenciaba mis desmadejados latidos. Sentir su abrazo y sus pechos duros contra mi espalda tampoco me servía para avanzar.
El jefe nos recibió con gesto triste y, tocando sin darme cuenta las cicatrices del cuello, recordé a padre. Regresar no era opción. Me agaché y puse la oreja sobre uno de los raíles: todavía se oía la respiración de la locomotora y la danza de los vagones, y más allá los parloteos de las vacas. Al final reverberaban los sonidos de la ciudad, los ganaderos regateando y las señoras ofreciendo sus productos. Me tendí sobre el otro hierro y escuché en la otra dirección. Al incorporarme ella me miró con esos ojos verdes que parecían valles.
—Vamos, anda, que por este se oye el mar.
Un texto donde impera la buena descripción y unas hermosas sensaciones que contagian al lector y le hacen ponerse en el lugar del protagonista, con su amada como pasajera en la bici y esas punzadas en las piernas y la espalda; con el oído sobre los raíles, que hablan de lo que hay al final de los caminos, senderos posibles, pero que no son los únicos.
Tienes mucho y bueno dentro y sabes sacarle provecho.
Suerte y un abrazo
Tengo tripidas e hígados, pero están bien ande están. Muchas gracias por tus palabras llenas de letras, si sigues un pooco más me dan el Nobel.
Abracísimos.
Jo, qué relatazo. Este merece pasar a la posteridad en negro sobre blanco. Desde el título hasta el punto final no tiene desperdicio, pura calidad de imágenes en 3D, con sonido surround de esos, como se diga. Tres hurras por ti, galleguiño.
Hip, hip…
Me pongo colorao como las cosas coloradas. El punto final es plagio, pero no se lo digas a naide. Muchismas gracias.
Besisimos.
Regresar no era opción!!! jejeje
Muy bueno, Barlon.
Genial relato lleno de imágenes y sensaciones… Hasta se oyer el mar!!
Un saludo, amigo!!! 😉
Las mejores sensaciones las de la espalda. Y cómo no se iba a oir, si está aquí al lao. Muchismas gracias y un abrazo especial con un poco de nocilla.
Muchísimos recuerdos.
Barlon, bellas descripciones en tu ambientacion minuciosa. Suerte y saludos
Muchas gracias. La suerte y yo somos viejos desconocidos.
Besísimos.
Guapo (el relato, no tú :P). Siempre hay que ir hacia el mar, siempre (menos cuando hay tsunami). Yoyanodigoná. Un beso.
Eva,se realista, soy más guapo que el hijo feo del monstruo de Frankenstein. Yo tampoco digo ná.
Besísimos.
Me gustó mucho,y para mi que perder el tren estando con Manuela no fue tan grave.
Abrazos
Muchas gracias, Javier. Yo creó que fue una verdadera suerte, la vida te da sorpresas.
Abracísimos.
Como algunos suelen decir: «No hay mal que por bien no venga». Aunque esas cicatrices del cuello me dan mucho respeto, mejor dicho,miedo. Excelente.Me encantó eso de dejarse secuestrar el alma por unos cabellos rizados.Mucha suerte y un beso.
Las cicatrices son pasado, comienza el futuro. Y de todos es conocido que el cabello de una mujer es de los mejores inventos después de la rueda y el fuego. Muchísimas gracias por la lectura y visita.
Besísimos.
Me gustó mucho.
Suerte.
Muchas gracias. Stop. Si fuese tuyo sería mejor. Stop. ¿Suerte? ¿Qué es eso? Stop. Besísimos. Stop.
¿Seguro que perdieron el tren? Para mi que lo encontraron, aunque tuvieran que seguir pedaleando.
Lo has contado requetebonito.
Quería una historia feliz, cambio de vida, 4 hijos, uno de ellos naciendo millonario. Las cosas típicas. Requetegracias, bonica.
Besísimos.
Bueno, no me lo pensé mucho, pero quería dejar claro sin mencionarlo que el padre le daba caricias, pero muy, muy fuertes. Se ve que no lo conseguí de todo. Lo apuntó para la prójima.Muchísimas gracias por tu lectura.
Besísimos.
Genial relato cargado de imágenes, sensaciones,sonidos… que nos hacen adentrarnos en la historia y vivirla.
Un pasado doloroso, un presente con rubia incluida y un futuro que les depara el mar…o quien sabe que destino. A veces perder el tren te hace cambiar de rumbo y además acertar, como tu relato.
Un abrazo y suerte.
Creí haberte dicho algo del micro en su momento, porque lo leí y recuerdo que me gustó mucho. Especialmente lo de que los enamorados pesan igual. Y el final, me parece una delicia.
A veces es que leo, me gusta, pero en ese momento no puedo escribir. Y luego ya pierdo la cuenta.
Felicidades por la Selección.
Felicidades por este acierto, perder trenes y ganar amores, me ha gustado. Y felicidades también por tu boda. ¡Vivan los novios!