88. El dolor infinito
La Parca planeó al alba sobre nuestro hogar y se llevó a mi niña junto con la fiebre y el llanto. Su negra sombra también debió de alcanzar al viejo cuco que dormitaba silencioso en el reloj, porque ya nunca más se sucedieron las horas.
Con una pérdida irreparable el tiempo se detiene. Ese mismo tiempo decidirá si vuelve a permitir que la vida siga, aún con la enorme cicatriz.
Una trama breve y eficaz.
Un abrazo y suerte, María