46. EL ENGAÑO (A. BARCELÓ)
Tuvo que luchar con todas sus fuerzas para no hacer caso a la voz interior que le urgía a dar media vuelta y alejarse todo lo posible de aquel soportal oscuro y mugriento del londinense barrio de Candem. Aquello más que la entrada a un estudio de tatuaje y piercing parecía el umbral del mismísimo infierno. La voluntad de curarse debía superar al miedo irracional que sentía e hizo lo que le habían indicado. Tumbado en la camilla, estuvo a punto de echarse atrás, ojalá lo hubiese hecho. Treinta minutos después, tenía aquella maldita cifra grabada en la piel.
La diabólica carcajada de su psicólogo cuando le anunciaba orgulloso que gracias a su terapia de choque había logrado vencer la hexakosioihexekontahexafobia le congeló la sangre. «Imbécil, eres mío, ahora sí que sabrás lo que es el miedo», sonó estridente la voz del mismísimo ángel caído.