124. EL EXTRAÑO
Son ya días los que se sienta en un banco del parque todas las tardes, y ya son bastantes los niños que se le han acercado a interesarse por su vestimenta mientras los adultos solo miran con diferentes y distantes gestos.
Por fin, el miércoles pasado, se llegó Manuel hasta su lado.
– ¿Por qué vas así vestido? –dijo el niño.
– Soy un superhéroe –respondió él.
– Pero eres un poco viejo ¿no?
– El poder de la juventud eterna no lo tengo. Se ve que eres un muchacho
despierto.
– ¿Y cuáles tienes?
– Poca cosa, los he ido perdiendo con la edad.
– Pero ¿te queda alguno?
– Sí, olvido lo malo y recuerdo lo bueno.
– Y eso vale para algo.
– Claro, esta noche en la cama recordaré que he hablado contigo y olvidaré que he
que para ello he tenido que ponerme este ridículo traje ¿Lo entiendes?
– La verdad es que no mucho.
– Es igual, pero ahora vete que por ahí viene tu madre, tan guapa y agría como
siempre.
– Adiós, pero… ¿como se llama?
– Capitán Rocafull.
– ¡Anda, cómo mi segundo apellido!
– ¡Vaya casualidad!