22. El final del verano
Se enamoró de ella en el preciso momento en que la vio en la playa. Paseaba su perfecta juventud mientras recogía conchas. Se acercó a ella y entablaron conversación. Su risa y su pelo lo volvieron loco. Le propuso una caminata juntos. Conocía un acantilado espectacular desde el que se podía ver hasta la Isla de la Sirena. Su inocencia y su vanidad al saberse admirada la condujeron a la perdición. Hacía dos horas que estaba sentada al borde del abismo. Su príncipe azul la había atado y amordazado y le acariciaba el pelo mientras le susurraba palabras de amor al oído. Ella no paraba de mirarse los pies. A duras penas reconocía en aquella pulsera tobillera el sabor del verano que había quedado atrás. Mientras las lágrimas corrían por sus mejillas, calculaba si sería capaz de nadar hasta la superfie cuando saltara con las manos atadas a la espalda.
Me encanta, Aurora. Los relatos así, breves, directos, que te atenazan en su lectura haciéndote temer lo peor y confirmando tus temores… Bravo.
Muchas gracias por tu comentario, Alicia. A veces un paseo tranquilo por la playa puede desencadenar en una pesadilla…Todo depende de la pluma del escritor.
Aurora, muy buen relato que nos deja con el corazón en un puño tras leer el final.
Enhorabuena. Mucha suerte.
Besos apretados.
Muchas gracias Pilar, me alegro de que te haya gustado. Hay que tener cuidado en quién confiamos, nunca se sabe…Abrazos fuertes.
Creas la escena perfecta para el desenlace de un thriller o su comienzo. Increíble lograr esa desazón en el lector con tan pocas frases. ¡Un placer leerte!