92. El foco
Ya desde pequeño salías movido en las fotos. De nada te valía quedarte estático, rígido, conteniendo el aire, como si estuviesen a punto de fusilarte. Sales movido el día de tu bautizo, cuando te fotografiaron con tus primeros dientes, el día de la comunión, colgándote una medalla de bronce en un torneo de tenis, el día que te graduaste… Incluso en la foto de tu boda apareces medio inclinándote, como si el fotógrafo te hubiese sorprendido agachándote a recoger las llaves que se te acababan de caer. Y ahora que has muerto, veo que estás en todas las fotografías difuminado, fuera de foco, desapareciendo, evaporándote súbitamente por el margen superior derecho de la foto. O por el izquierdo. Ya, ni como fantasma eres capaz de estarte quieto.
Cada cual tiene su naturaleza y una inclinación innata, contra las que no se puede luchar. Genio y figura hasta la sepultura. Tu protagonista demuestra que es muy cierto el dicho de «quien se mueve no sale en la foto». Hay quien nunca acaba de centrarse, siendo incapaz de enfocar su vida siquiera una vez.
Si esa inquietud permanente ya es molesta en vida, para él mismo y para quienes le rodean, convertido en fantasma puede ser un problema mayor, un alma en pena condenado a un deambular eterno e inquieto; luego, además vienen los sustos, que la gente no tiene la culpa.
Otra muestra más de esa imaginación tuya tan fértil, un tanto surrealista y siempre creativa.
Un abrazo y suerte, José Manuel
Cierto. Quien se mueve no suele salir en la foto (creo que la frase era de Alfonso Guerra, jé) Abrazo, Ángel¡¡
Las fotos movidas o desenfocadas, tienen algo inquietante: como si la persona retratada no quisiera ser atrapada en ese instante. En todas las familias hay, además, alguien que estropea las fotos, que se mueve, que cierra los ojos y ese personaje, inquieto, travieso o rebelde es el único de la familia que mantiene intacta su alma, porque ninguna cámara se la ha podido robar jamás. No es de extrañar que tu protagonista, pues, haya acabado haciendo de fantasma.
Un relato lleno de originalidad y buen hacer.
Muy buena apuesta. Un abrazo,
Gracias, Anna. En el álbum de fotos de mis abuelos, hay una mujer que sale hasta en 17 fotografías (incluidas bodas, bautizos y comuniones) y nadie a conoce. Obviamente, en casa la llamamos «La fantasma de los abuelos», jé. Abrazos¡¡