17. «El fuego inolvidable»
Él murió en su cama tranquilo, rodeado de toda la familia en su grandiosa mansión.
Yo me retorcí entre terribles dolores durante horas agonizando, sola, a excepción del minúsculo embrión que me llevé conmigo a ese viaje de ultratumba.
Mis últimos segundos los dediqué a lanzar una contundente maldición.
No llegué a entender el sentido de la vida, pero aprendí que el dolor puede acompañarte en todas sus facetas mientras observas la rara justicia de los hombres inclinándose peligrosamente…
Mi captor prosperó, celebró y navegó una existencia plena, plácida y reconocida.
Me lo encontré en el infierno al que yo misma le había arrastrado, pero no lo ataqué de pronto. Preferí ver cómo iba desarrollando sus artes para sobrevivir esa infinitud oscura. Y me sorprendió gratamente comprobar que, sin toda la parafernalia de la estructura del poder, del ejército y de sus secuaces no era más que un diablillo bisoño y torpe en sus primeros pasos hacia el mal no normativo.
Se lo comerían vivo… Y yo estaría allí para contarlo.
Pero me trasladaron al cielo, arrebatándome todo. Y seguí sin entender nada, ya que lo único que me mantenía ahí, era la dulce, dulce venganza.


Parece que el reglamento interno del cielo e infierno se nos sigue escapando aún muertos. Me alegro por esa justicia final hacia la protagonista.
Qué original, trágico y divertido. Me encanta. Un abrazo.
Mil gracias, María! A saber lo que pasa en el cielo… Un abrazo!!
Una narración llena de fuerza, que muestra que la falta de escrúpulos hacia los semejantes produce desigualdades terribles, que perduran incluso más allá de la vida que conocemos. El rencor lógico del protagonista es un veneno que amarga a quien lo porta y que no desaparece ni en el paraíso.
Un abrazo y suerte, Susana
Muchas gracias, Ángel!! Eso es, un veneno persistente. Un abrazo!!
Cachis!!! Supongo que asistir a las inútiles intentonas del captor le hubieran dado bastante más que la venganza. Una sensación de plenitud, probablemente. Pero el cielo la reclama por su buena acción. Al menos le queda la satisfacción de que cada quien está en el sitio adecuado. Buen relato, mucha suerte.
Mil gracias, Izaskun. Al igual que la protagonista, yo tampoco entiendo nada de esas normas del más allá. Un abrazo!!
Yo, como Izaskun, creo que al menos de merecía verlo sufrir.¿Por qué la trasladan al cielo? ¿Porque ya no desea la venganza?
Un abrazo y suerte
Mil gracias, Rosalía!! Sí que quiere venganza, es lo único que quiere;por eso lamenta el traslado. Un abrazo!!
Pobre mujer. Ni después de muerta es dueña de su destino. Y cuán relativo es todo: para ella el verdadero cielo estaba en el infierno.
Muchas gracias, Edita! Exacto!! Eso es lo que quería decir!! Siempre das en el clavo! Un abrazo!!
Un relato que nos va llevando a través de los sentimientos de la protagonista hacia la venganza. Una venganza que no podrá contemplar. Interesante la idea de que para ella el cielo siga siendo un castigo.
Un saludo
Muchísimas gracias, Gema! Hay personas que, sencillamente, no tienen suerte… (digo yo) Un abrazo!