84. El gato que está triste y azul
Odio a Roberto Carlos. Por su culpa no puedo dejar de tararear esta maldita canción, que ni tiene sentido ni me gusta. ¿Triste y azul? ¿Cómo puede un gato estar triste y azul? ¿Dónde se ha visto eso? Lo de triste lo entiendo, porque a veces he escuchado maullar a los gatos con un sentido que rompe el alma. El otro día, sin ir más lejos, escuché a uno llorar de pena con tanto sentimiento que pensé que se estaba muriendo. La que murió fue su dueña, de la paliza que le dio su marido. Ella sí que estaba azul. Pero un gato… Jamás lo he visto azul.
Hola, Fernando.
Igual se puso azul, el gato, admirado de tu micro. Como me sucede a mí. Un día escuché una entrevista a Roberto Carlos, el cantante, donde manifestaba que no era un poeta, tan solo un compositor, y que no se explicaba el éxito de esta canción, la del gato que estaba triste y azul, con un término final tan abstracto. Pero fue uno de sus éxitos más rotundos. A lo mejor se pone uno triste cuando mira el azul del cielo, sea gato o no, ante tanto como no comprende. Tu texto sí, sí que se entiende a la perfección: qué bien pasas de lo abstracto a lo concreto por conducto y mediación del félido. Un gran texto a mi parecer. Y un abrazote para ti, autor de esa gran novela, ya sabes. Te felicito doblemente.
Muchísimas gracias por tus palabras, Eduardo. Siempre estás ahí, al pie del cañón, como vigía incansable de todos los relatos de ENTC.
Triple abrazo para ti, amigo.
Consigues mezclar, atinadamente, el fino humor con la sutil denuncia. Además, para que voy a negarlo, hace años me gustaba Roberto Carlos con aquellos Lady Laura, Cóncavo y convexo, Camionero, etc… Puedes llamarme romántico, que me da que no es un insulto. Me ha gustado, Fernando. Un saludo y suerte.
Me alegra que te guste, Jesús. Es verdad, ser romántico suena a insulto en muchos foros hoy día, pero no te preocupes, por aquí suena a todo lo contrario. Falta mucho romanticismo en este mundo que nos ha tocado vivir.
Felicidades por tu reciente éxito en Wonderland. Un abrazo.
Pues aunque lo del gato azul siempre entendí que se refería a un estado de ánimo, y más bien propio del dueño que realmente del bicho en cuestión, sí que hay una raza de gato que se llama ‘azul ruso’ por su pelaje gris azulado y como de terciopelo. A lo mejor el tal Roberto Carlos tenía uno de esos en casa y le sirvió de inspiración, vaya usté a saber…
Buena suerte, 1 abrazo.
Jajaja, ¡es verdad! Y encima el bicho no es feo… Pero sí, yo también pienso que influyó mucho lo del «blue» inglés para inspirar la canción. Aunque no para inspirar este micro, claro está.
Un abrazo.
Surrealista. Precioso.
Como yo. Lo de surrealista, digo. Preciosa, tú.
Un beso.
A partir de un detalle tan nimio como un estribillo pegadizo y sin mucho sentido, que por algún hechizo inexplicable todos recordamos, compones una historia que parece jocosa y es todo un drama. Eso hay que saber hacerlo.
Un abrazo fuerte, Fernando. Suerte
…Y yo no sé hacerlo tan bien como tú, admiradísimo Ángel.
Otro abrazo para ti, campeón.
Fernando, muy redonda esta historia a partir de la manida estrofa de esa canción. Suerte y saludos
Calamanda, me alegro de que te parezca redonda. Yo le veo algunas aristas, pero algún día sabré convertir en cuadrado en círculo. Al menos, aprendo de ti y de muchos otros todos los días, en este universo ENTC.
Un abrazo.
Azul de pena por el gato, y de espanto por la dueña del gato. Así quedé yo, FERNANDO. No obstante, muy buen micro. Me gustó leerte.
Cariños,
Mariángeles
Mariángeles, me alegra que te parezca bueno, a pesar del espanto que te produce. Esa era mi intención, celebro haberlo logrado.
Un beso.
Lo del azul, es algo que le sienta bien al arte en general, desde la «etapa azul» de Picasso, a las composiciones poéticas, pasando por el gato de la canción… Es un color que se repite, sea por su asociación con el cielo, su sonoridad, o quien sabe qué, pero el caso es que viene a ser ya como un estado, el azul. En las antípodas de este mundo tan «blue» nos sitúa tu relato, en donde ese color cobra un significado muy distinto. Te felicito, porque los contrastes hay que saber hacerlos para que cuajen como en tu micro. Un saludo, Fernando.
Manoli, soy gran admirador del Arte, como tú… Aunque prefiero otros colores antes que el azul, ¡y lo has notado!Muchas gracias por tus palabras.
Un beso.
Impactante y actuál relato que me ha puesto el pelo de punta, esosí, entiendo perfectamente el «odio» por esacanción que no para de dar vueltas en la cabeza una vez que se mete. Gracias por escribir,me ha gustado mucho.
Muchas gracias, Amaya. Pero que conste que yo no odio a Roberto Carlos, ¿eh? Es el personaje. Bueno, sí. Un poquito. Es que el personaje es mío… Tendré que crear otro enamorado de Roberto Carlos. O de los gatos azules.
Un abrazo.
Tienes razón Fernando, si que es difícil ver un gato azul, lo de triste parece inevitable tras el golpe que nos das con ese final. Muy bueno tu relato.
Mucha suerte y un abrazo.
Muchísimas gracias, paisana. Con lo que te gustan a ti los animales… Seguro que te daría igual si el gato es azul, fucsia o verde. Lo querrías igual.
Un abrazo(Espero verte pronto).
Tuve un gato azul que con el tiempo destiñó, pero la marca en el piso de la cochera aun perdura, al parecer la pintura era durable.
Un abrazo y suerte.
Yo también conservo la marca que me dejó en el alma mi primer gato… Murió con catorce años. Sigo sin entender por qué es tan distinto el metabolismo de gatos y perros del nuestro, por qué mueren antes. ¿Por eso hay personas que llaman «perros» a los humanos que odian, para que mueran antes? No lo sé. A mí me gustaría ser perro. O gato. Pero azul. Y no desteñir.
Un abrazo.
Me gusta la técnica que has usado, ese monólogo interior que nos lleva desde un punto a otro que nada tiene que ver en principio, sacándole partido a la (aparente) libre asociación de ideas. Besos y suerte.
Gracias por tu comentario, Ana. En cualquier caso, y como dice nuestro común amigo Juan Pedro Barquero, yo soy de brújula, no de mapa… Quiero decir que las cosas salen como salen, no aplico ningún tipo de técnica o plan premeditado, ni siquiera para elaborar microrrelatos. Besos, espero verte pronto.
Original forma de llevarnos del sútil humor a la cruda denuncia. Muy buen relato Fernando.
Muchas gracias, Blanca. Un besazo.
Cierto, nuestra conexión traspasa límites insospechados. Me alegró mucho conocerte en Madrid, y me alegra doblemente ver tu relato «Ónfalos» seleccionado para el libro. Para mí, de los mejores de este año.
Un abrazo.
En un tono irónico y socarrón aprovechas un tema de nuestro admirado Roberto Carlos y son sumerges en un problema brutal de nuestros días, esa violencia que campa a sus anchas en nuestra sociedad. Muy bueno, Fernando. Abrazos.
Muchas gracias por tu acertado comentario, Salvador.
Un abrazo.
Era tan negro, que a la luz de luna parecía azul oscuro. Es por eso… jajaja.
No en serio: Hay una raza de gato que se llama «gato azul ruso», aunque realmente es gris plateado y cuando están tristes se tornan azules. Esto último es mentira también.
Lo que si siento es la muerte de esa mujer a manos de su marido y los maullidos de su afligido gato.
Hay que ser tolerante con las canciones, Fernando, al igual que lo somos con algunos cuentos.
Muy ocurrente tu relato. Un besazo y mucha suerte.
Sí, es verdad, ya lo comentó J.Ignacio, ¡existen los gatos azules! Pero el prota de mi relato no lo sabe, como tampoco parece ser sensible a la muerte de su vecina. Y encima odia a Roberto Carlos (Ojo, que yo no, que a mí si me gusta). Total, que es un zote…
Un besazo, Olga.
Terrible el mensaje que envías, Fernando, en tu condensado microrrelato. He de decir que está excelentemente bien escrito y, que traigas el recuerdo de la canción de Roberto Carlos, me ha parecido muy original.
Un fuerte abrazo.
Muchas gracias por tus palabras, María José. Seguimos leyéndonos.
Un bico para la esquina noroeste desde la esquina sureste.
Crudo relato pintado con una sutil pizca de humor e ironía y mira que me gusta el color azul, pero en este caso me aterra la imagen que nos dejas de él.
Muy bien llevado el tema y de fondo esa banda sonora que todos en algún momento hemos tatareado.
Fantástico Fernando.
Un beso y un abrazo.
Es verdad, Mª Belén, que el color azul da mucho juego, a veces de forma preciosa y sublime que nos hace ruborizar. Pero otras veces, como esta, se convierte en un azul plomizo con amargo regusto metálico que nos destroza el alma.
Por cierto, hace poco leí un artículo infame de un periodista criticando que se hablara de «violencia de género», ya que un asesinato es igual a otro, fuera por el motivo que fuera… Qué lástima que aún no nos hayamos enterado de que el asesinato en estos casos es el fracaso rotundo de toda la sociedad, pero que la «violencia de género» comienza mucho antes, con pequeñas marcas azules que van tiñendo nuestro lenguaje, luego nuestra piel, y que en muy pocos casos (demasiados, sí, aunque solo fuera uno) acaban en muerte.
Un abrazo azul (del otro azul…), Belén.
Este relato es todo un juego de malabares: lanzas al aire un estribillo de canción conocidísimo, le das dos vueltas, tres, y recoges un desenlace tremendo con pirueta final. Ya me explicarás cómo lo haces, porque a mí siempre se me caen las mazas al suelo.
Suerte y abrazos
me gusta mucho el relato, por todo lo que dice de manera que parece simple mas es de una gran profundidad. En Madrid apenas si pude saludarte, por mis prisas en coger el avión. Me gustaría tener tu libro. ¿Dónde lo consigo?
Felicidades y abrazos.